Federico Valentín Andrade Flores. De su poemario Universo Mujer, Ana Marìa

 

Federico Valentín Andrade Flores. Nace en Xalapa, Veracruz y desde hace 25 años radica en Coatzacoalcos, es licenciado en informática, catedrático de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, escritor, historiador, poeta y cronista de la ciudad de Coatzacoalcos, coordinador de la zona sur de la Academia Nacional de Poesía, ha participado en distintas plataformas nacionales e internacionales, así como en las presentaciones de libros, antologías, con diversos Diplomados en Poesía.

De su poemario Universo Mujer (EDITORIAL CALUP, 2023)

 

ANA MARIA

 

En cada verso de mis poemas,

en mis palabras y en mis silencios,

en mis días y en mis noches,

en mis sueños y en mi despertar,

en cada uno de mis poros y lunares,

bebiendo cada sorbo de mis besos,

paseando tus dedos por mi cuerpo.

y es que siempre te llevo

en los latidos de mi corazón

que van pronunciando tu nombre.

 

 

TERESA

 

Prometo que al amanecer no sabrás nada de mí,

pero tan solo déjame quedarme esta noche en tus brazos,

esta última noche juntos

déjame acurrucarme entre tu piel,

para escuchar el concierto

que me proporcionan tus latidos,

permíteme mostrarte que las estrellas

pueden destellar más fuerte que el sol,

que su tamaño no importa,

lo que importa es la fuerza con lo que lo hacen

y comparado con una estrella, me siento yo

porque puedo ser pequeño,

pero te amo con la misma intensidad

con la que el sol amanece

y créeme que me duele perderte,

me duele perder a la persona que me ha enseñado tanto,

ya que tú me enseñaste que el roce del aire

equivale a una caricia tierna o a un murmullo al oído,

que la luna no llora más al ver que con su luz,

nuestras noches despiertan más pasión,

que el toque de tus dedos por mis mejillas

significa que me amas

y con ellos resumes palabras por actos

y me enseñaste que un amor de dos

es un amor con futuro

y es por eso que mañana parto de tu vida

para así perderte para siempre

y así recordarte intensamente

al ver los amaneceres que solíamos compartir

la ducha ya no será la misma sin ti

y el desayuno ya no tendrá tu sazón

pero lo que más extrañaré será tu silueta en el colchón

y tu escultura sobre mi pecho.

Y es que siempre estás en mí.