Erinís Córdoba. 45

 

Erinís Córdoba. (Veracruz, México/1979) Estudió psicología en la Universidad Veracruzana, actualmente labora para la Secretaría de Educación, fungiendo como Psicóloga en Educación Especial, le apasiona su profesión y el poder ayudar a los demás. Desde pequeña se interesó por las artes, estudiando pintura y teatro, en la adolescencia descubrió ese placer por la escritura, como un medio de expresión y catarsis, sin embargo fue hasta el año 2015 cuando incursionó en el mundo de la poesía, escribiendo sus primeros poemas en una página de Facebook de su creación Bella Utopía, recibiendo gran inspiración con comentarios positivos acerca de sus escritos, lo que la impulsa actualmente para seguir compartiendo su mundo interior y pensamientos más profundos. Ha participado en múltiples eventos de poesía a los que ha sido invitada, por parte de los grupos Poetas sin fronteras y Escritores del Golfo. Formó parte de las antologías: Hojas de Otoño (2019) y Tinteros del alma (2020). Su trabajo se ha publicado en las revistas digitales: Poetas Sin Fronteras, El jardín de los poetas y el Semanario Siete Días de Puebla.

 

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Mi cuerpo se está envejeciendo

mucho más rápido de lo que desearía

mis manos se vuelven torpes

y mis dedos

no pueden escribir tan rápido como los pensamientos

las rodillas truenan

el rollito de la cintura no se va,

alrededor de mis ojos hay arrugas

y bolsitas, que el maquillaje no disimula

hasta la mandíbula protesta

de tanto ser apretada.

El cuerpo se desgasta, lo sé

ni el ejercicio, la dieta

y los cuidados, lo salvan.

Pero el alma,

esa mejora con el tiempo

busca ser más sabia

cada que aprende algo, queda maravillada

se siente radiante y bella

cada día más arreglada

se fascina con lo simple,

disfruta más las veladas

el vino, la poesía tan anhelada.

Le resulta fascinante la vida

despierta agradeciendo cada mañana

luce sexy, juguetona y curiosa

le encanta ser acariciada

a veces es precavida

pero al final, nada la salva

aprendió a darlo todo

a vivir, sin sentir arrepentimiento por nada.

Así van mis 45

sin reloj, con remiendos y más canas

aprendí y seguiré aprendiendo

mientras la vida

me despierte cada mañana.