Carlos Ravelo Galindo, afirma.
Con infinito orgullo presumimos la trayectoria de uno de los tres hijos de mi extinto hermano Mauricio y de la pedagoga María Luisa Izquierdo de Ravelo.
“Unam. Unidad León, Guanajuato
Doctor Mauricio Alberto Ravelo Izquierdo
p r e s e n t e
Por este conducto, hago de su conocimiento que en la Novena Sesión Ordinaria 2021 de este Cuerpo Colegiado, celebrada el 18 de agosto de 2021, se aprobó la ratificación de las evaluaciones realizadas por la Comisión Dictaminadora de esta Entidad Académica, con relación al concurso de oposición cerrado en el que usted participó.
Al respecto le manifiesto que la Comisión Dictaminadora antes señalada decidió otorgar la Definitividad en el nombramiento de Profesor Ordinario de Carrera Titular “A” de Tiempo Completo, en el área de Fisioterapia, de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad León, toda vez que cumple con los requisitos establecidos en el Estatuto del Personal Académico de la UNAM.
Sin otro particular por el momento, aprovecho la ocasión para enviarle un atento y cordial. saludo.
A t e n t a m e n t e
“Por mi raza hablará el espíritu” Unidad León, Guanajuato
A 1 de septiembre de 2021. Doctora María Concepción Arenas Arrocena”.
Y gracias a la profesora Claudia Marina Huerta Ravelo, seguimos de viaje.
Antes un paréntesis del amigo Aspiros:
“Estimado amigo:
Hiciste un sábado de trenes, un tema del que tengo poca experiencia. Ni siquiera tuve un Lionel en mi infancia ni después, salvo una locomotora que compré montada en una lámpara y aquí la tengo todavía.
Cerca de la casa de mis abuelos estaba la estación Tacubaya del ferrocarril México-Cuernavaca, y la estación San Pedro de los Pinos se encontraba cerca de donde viví antes de venir a San Juan del Río; ahora hay un restaurante y un banco en esa antigua construcción.
Pero la primera vez que viajé en un tren (1962), hizo ocho pesadas horas de México a Puebla y me pareció suficiente para no volver a saber de ese transporte.
Aunque, después (años 70), un compañero me convenció de intentarlo nuevamente y por eso fui unas veces a Veracruz o Guadalajara en el Pullman. ¡Qué diferente!
Y en Alemania, me llevaron en tren hasta Hamburgo (1979).
Fue todo, aparte de que leía historietas (¿o lo vi en películas?) con argumentos donde las pieles rojas atacaban los trenes en Estados Unidos.
No olvido la cinta ‘Viento negro’, que estelarizó David Reynoso en 1965; la dirigió Servando González, papá de nuestro colega homónimo.
Me llama la atención que con Porfirio Díaz se construyeron la totalidad o la mayoría (no lo sé) de las rutas ferroviarias que hubo o hay en México, y luego sirvieron irónicamente para transportar a los revolucionarios anti porfiristas y hasta para componer corridos.
Ahora nos queda esperar el Tren Maya y espero tener salud, recursos, ganas y fuerzas (muchos requisitos) para hacer ese trayecto. Salud. JAAV”.
Doña Chapis. Ella le llama tren de la vida. Tiene razón.
La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros…
Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado… Pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable…
No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida… Nuestros hermanos, amigos y en algún momento, el amor de nuestra vida…
Algunos tomarán el tren, para realizar un simple paseo… Otros durante su viaje pasarán por momentos de oscuridad y tristeza… Y siempre encontraremos quienes estén dispuestos ayudar a los más necesitados…
Muchos al bajar, dejan un vacío permanente… otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon sus asientos…
Es curioso ver como algunos pasajeros, aún los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro… Durante todo el trayecto están separados, sin que exista ninguna comunicación…
Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte… De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar…
El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas…
Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos… pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda.
El gran misterio para todos, es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar. Como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado.
A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia…?
Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste.
Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje.
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren hasta la estación final.
Amigos…hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena.
“Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje lindos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida”
Las damas siempre, o casi siempre, tienen razón.
craveloygalindo@gmail.com