EN LAS NUBES. De Ramón Ojeda Mestre

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Compartir lo que nos aconsejan quienes saben de nuestros quebrantos, es la sal de la tierra.

Ponemos como ejemplo, no como lamento, lo que la escritora, poeta y arquitecto doña Yolanda Gómez Cobián considera:

“Me dejaste muy triste,  al oírte  desanimado  y cansado.  Animo!!

Sé que a veces  es difícil ya que con tu caída y ahora la muela te preguntas , porque me pasa esto.

Dios tiene destinado tu tiempo y es maravilloso que aún con todas tus dolencias nos sigas aportando con tus valiosos escritos .

No sabes lo importante que eres para mucha gente, tus logros y espíritu de lucha, ese ejemplo es la mejor herencia que vas a dejar para los que han estado cerca de ti .

No pienses mucho,  no te preguntes,  por algo sigues .

Yo disfruto mucho cada momento que platicamos.  Se te quiere mucho.

Trata de comer rico  y descansa .  Ojalá y mañana te den solución y te arreglen la muela . Cuidate mucho  y no camines solito .

Estaré al pendiente .Un beso. Yolis.

Los aceptamos.

Beso y recomendación

Con el permiso de Guillermo Fárber publicamos mejor una historia de quien fue amigo y colega, Ramón Ojeda Mestre, fallecido en Baja California Sur, luego de vivir en Los Cabos catorce años.

Ha muerto este entrañable amigo.

El 14 de enero su escueto mail decía:

“Estoy en terapia intensiva. Me pegó grueso el Covid con la juventud”.

Tenía 79 años, pero vibraba como mucho menor.

No volvimos a saber de él (y lo buscamos varias veces en su celular y en su oficina acá) hasta el 26 de febrero, cuando nos llegó la noticia de que había fallecido en un hospital privado de Los Cabos.

Yo pasé 4 días en terapia intensiva, y en casi todo momento me acompañó Marián.

Fueron días horrendos, un infierno. Tiemblo al imaginar un periodo once veces mayor.

UNA ANÉCDOTA

Hace más de 40 años, Ramón estaba en una de sus enemil visitas a París. De pronto se topó con que Catherine Deneuve, entonces de unos treinta y tantos años, bellísima y mundialmente famosa, estaba en un restaurante sobre una banqueta tomando un café con otra estrella internacional, Jean Paul Belmondo (diez años mayor que Catherine).

Entonces el Ramón (veracruzano al fin), sin pensarlo dos veces y sin conocer de nada a ninguno de los dos astros, comenzó a soltarle a ella en voz alta y en francés, engolando la voz y haciendo gestos teatrales, una parrafada de galán ofendido: ‘¿Cómo es posible que me engañes con este otro hombre’, etc. Demostrando que además de bella es inteligente, de reacciones rápidas y con mucho sentido del humor, Catherine le siguió el hilo por unos minutos más, y todos festejaron la broma.

Aquel episodio fue hilarante, pero falta lo mejor. Unos años después, la estrella era todavía más famosa y visitó México. Se topó en el interior del Palacio de Bellas Artes con Ramón y su esposa (otra bella y distinguida dama, por su parte). Entonces, en voz alta y dentro de esa multitud bien trajeada, fue Catherine la que le disparó a Ramón el mismo discurso dizque ofendido: ‘¿Cómo es posible que me engañes con esta otra mujer’, etc.

CATHERINE DENEUVE

“Catherine Fabienne Dorléac (París, 22 de octubre de 1943), conocida profesionalmente como Catherine Deneuve, es una actriz francesa quien ganó el reconocimiento por su interpretación de bellezas misteriosas y distantes para varios directores, entre ellos Roman Polanski, en Repulsión(1965), y Luis Buñuel, en Belle de jour (1967) y Tristana (1970). A lo largo de medio siglo de carrera ha sido merecedora del Premio César, nominada al Oscar por Indochina y triunfadora en los festivales cinematográficos de Cannes, San Sebastián, Berlín y Venecia. También ha obtenido el Premio Lumière, uno de los galardones más importantes en el mundo del cine en lengua francesa, por su exitosa trayectoria.

En las décadas de 1960 y 1970 participó en varias películas estadounidenses y británicas, junto a estrellas como Jack Lemmon (The April Fools, 1969), Ava Gardner (Mayerling) y Burt Reynolds (Hustle, 1975), pero en general no alcanzaron el éxito y la actriz no llegó a establecerse como estrella en Hollywood. En 1983 recobró presencia en el cine anglosajón al rodar con Susan Sarandon y David Bowie el filme de vampirismo El ansia, dirigido por Tony Scott.

Especialmente recordados son sus trabajos con Luis Buñuel, quien dijo de ella: ‘Es bella como la muerte, seductora como el pecado y fría como la virtud’.

“Catherine Deneuve fue musa del diseñador Yves Saint Laurent, y su rostro llegó a ser usado para representar a Marianne, el símbolo nacional de la república francesa, desde 1985 hasta 1989. Deneuve en 1997 fue protagonista del vídeo de la canción N’oubliez jamaisde Joe Cocker. Actualmente es embajadora de buena voluntad de la Unesco.

Tiene dos hijos, Christian Vadim (nacido en 1963) con el director Roger Vadim, y Chiara Mastroianni (nacida en 1972) de la relación que la actriz mantuvo con el italiano Marcello Mastroianni durante cuatro años. Catherine Deneuve solo se ha casado una vez, con el fotógrafo británico David Bailey, matrimonio que duró de 1965 a 1972.

En 1996, publicó un libro titulado Elle s’appelait Françoise, escrito junto a Patrick Modiano, en el que cuenta cómo la muerte de su hermana cambió su vida para siempre.

Pero lo más tremendo y al mismo tiempo lo más hermoso que Deneuve cuenta en ese libro es que, durante su relación con François Truffaut (quien antes había sido amante de Françoise Dorléac), ambos sabían, sin hablarlo jamás, que compartían una pasión secreta.

Esa pasión, naturalmente, se llamaba Françoise.

La actriz francesa, con setenta y seis años de edad, sufrió el 5 de noviembre de 2019 un accidente cerebrovascular isquémico (AVC) ‘muy limitado y reversible’ por el que fue hospitalizada, según informó su familia en un comunicado.”

OPINIONES

Mi mujer Marián:

“La última conversación presencial que tuvimos en grupo, Ramón, tú hablaste de morir épicamente.

Parecías decidido a descubrir qué muerte se adaptaría mejor, según la vida que cada quién tiene.

Yo recuerdo haber estado incómoda con el tema, porque hablar de la muerte me incomoda en demasía, sin embargo escucharte hablar siempre era un agasajo.

Ahora, a unos días de tu partida de este mundo terrenal, pienso en si moriste o no épicamente, y no sé.

No lo sé porque la última conversación que tuvimos por WhatsApp fue breve, como suelen ser estos comunicados, y me seguías pareciendo ese roble inagotable que no necesitaría de una épica muerte porque viviría mil años.

Pero hoy creo que de tener la fuerza suficiente para temas de muerte, te diría que más, mucho más que una muerte épica, mucho más… una VIDA ÉPICA, como la tuya.

Y tu muerte también es épica porque apenas dejaste este mundo y muchísimos descubrimos la enorme falta que harías.”

Comentario del Hernán:

”Ramón era una especie de carismático conferenciante itinerante. Su vida, según el currículo, me parece felizmente lograda, y su muerte, tan inevitable como la del resto. ¿Cómo una mujer pensante como tú se incomoda con temas como la muerte?”

Respuesta de Marián: “Difícilmente Ramón dialogaba con calma. Pienso que le daba miedo romper la capa de protección que siempre ponía en su diálogo carismático. De hecho creo que de las pocas conversaciones profundas, la última fue la más, hablando de la muerte. En cuanto a lo otro, no me molesta hablar del tema. No es tanto lo que pienso de la muerte, sino lo que siento.”

Mi opinión: Conviví con el Ramón unos 40 años. Comía o desayunaba con él con cierta frecuencia, en diferentes lugares. La plática era siempre inteligente, informada, amena.

Conocí su oficina, su casa, algunos de sus múltiples contactos, pocas de sus ideas, casi ninguna de sus afiliaciones políticas salvo su compromiso con el grupo de Manuel Camacho.

Como director ambiental del DF (era activista ambiental internacional desde diez años antes), desafiado por la ‘inversión térmica’ que entonces azotaba la ciudad, implantó en la capital el programa de prohibir burocráticamente la circulación de vehículos por un día o dos.

Ramón me advirtió que ese programa debía ser temporal, como en Europa.

Nunca compartí la obsesión central del Ramón: hacer su vida ‘trascendente’, cuando si hay algo efímero y evanescente en este mundo, es la memoria humana individual.

Nosotros estamos seguros de que ya descansa en paz.

craveloygalindo@gmail.com