Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Les platico. Con mucho entusiasmo. Acaso fue una coincidencia, pero ayer llegó a visitarnos a casa para darnos un saludo eclesiástico, la Comunión, el nuevo párroco de la capilla de nuestra colonia, La Florida
El joven David Serratos Espinosa es egresado del Seminario Los Remedios, Naucalpan. Remplazo del otro joven sacerdote, también amigo Francisco Maldonado Hinojos que se hizo cargo de la parroquia de Santa Mónica.
E insistimos, como lo narré en “Mis Bendiciones”, de vez en vez se acuerdan de este que fue pecador. Sin incluir esta arrogancia alegre.
Vaya no es tanto volver del presente al pasado, sino cuando el pasado se hace presente.
Díganos si no tenemos razón por esta carta que el 24 de enero de 2014 recibimos en nuestro correo, y la publicamos tal cual, entonces, EN LAS NUBES. En primera persona:
“Me encontré al abrir mi correo una carta de mi nieta Ximena Guadalupe, hija de Jorge Alberto y Martha. Dirigida al abuelo.
Su texto no debe quedar guardado:
Pero antes debo reconocer que de tanto perder aprendí a ganar, porque de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo.
Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo.
Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo.
Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía
Ella, a quien tanto amo, la gran Xi, puso:
“Abo: espero que estés muy bien, la verdad es que te escribo porque hoy en Facebook encontré esto:
“una mañana agitada, a las 8.30, cuando un señor mayor de ochenta años, llegó al hospital para que le retiraran los puntos de su pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9.00 am.
El doctor le pidió que tomara asiento. Lo vio mirar su reloj y decidió examinar su herida.
Mientras lo curaba le preguntó si tenía otra cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor le dijo que no.
Que necesitaba ir al geriátrico para desayunarse con su esposa. El doctor le preguntó sobre la salud de ella.
Le respondió que ella tenia tiempo que estaba allí, ya que padecía de alzhéimer.
Le preguntó si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Le respondió que hacía tiempo que ella no sabía quién era él. Que hacía cinco años que ella ya no podía reconocerlo.
El doctor, entonces sorprendido le preguntó:
¿Y usted sigue yendo cada mañana aún cuando ella no sabe quien es usted?”
Él sonrió y le dijo:
“Ella no sabe quien soy, pero yo se quien es ella, y la amo”.
Al doctor se le erizó la piel. Y tuvo que contener las lágrimas mientras el señor se iba y pensó:
“Ese es el tipo de amor que quiero en el mundo”.
El amor verdadero no es físico, ni romántico.
El amor verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido y no serás en la vida.
La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo. Ellos solo hacen todo, lo mejor que pueden”.
Inmediatamente después Ximena Guadalupe, hermana del médico Jorge Alberto, escribe:
“La verdad me hizo pensar en alguien que en este tiempo me ha enseñado lo que es amar a una persona y dar todo por ella, eres tú.
“Y no olvido, como mi hermano y mis padres, que este día, hace sesenta y un años, mi Abi Bety y tú, contrajeron matrimonio.
(El 24 de enero de 1953, Bety y yo nos casamos)
Ni menos nosotros, tus abos, los dos.
craveloygalindo@gmail.com