Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Nos preguntan con frecuencia por qué se ataca a la UNAM.
Y un colega periodista, escritor, abogado puma. Pero sobre todo reportero, don Jorge Herrera Valenzuela, con conocimiento y sapiencia reasume el tema y nos lo explica:
Los universitarios no comprendemos que motivó que el Presidente de México iniciara la mañana del pasado 21 de octubre, contra la Universidad Nacional Autónoma de México, clasificada académicamente entre las 100 mejores del mundo.
Hablo y escribo, en lo personal, como orgulloso universitario. Planteo cinco interrogantes:
¿Tiene el tabasqueño algo personal que reclamarle al doctor Enrique Luis Graue Wiechers, reelecto por la Junta de Gobierno de la UNAM para ejercer hasta 2023?
¿Cuáles pruebas irrefutables y testimonios documentales fundamentan el ataque presidencial a una institución más que centenaria?
¿Quiénes, concretamente, son los presuntos responsables de una posible desviación de la UNAM? ¡Nombres!
¿Cómo se justificaría que las autoridades universitarias se involucraran en asuntos políticos, declarándose “contra las políticas neoliberales”?
¿En verdad, el macuspano, se siente orgulloso de haber estudiado en la Facultad de Ciencias Políticas?
En su expediente consta que tardó 14 años “como alumno” y eso lo acredita a pertenecer al grupo de los llamados “estudiantes fósiles”.
Del orgullo y honor azul/oro comento que nuestra Máxima Casa de Estudios desde su reapertura en 1910, es una institución con absoluta libertad de creencias, de ideologías y de pensamiento distinto.
Es tal la gama y el respeto a quienes hemos tenido la fortuna de ser alumnos que en 1912 el movimiento estudiantil, encabezado por el joven Ezequiel Padilla Peñaloza, dio origen a la hoy prestigiada Escuela Libre de Derecho y se mantuvo vigente la Escuela Nacional de Jurisprudencia, hoy la cada vez más reconocida Facultad de Derecho.
Otra prueba de la libertad de pensamiento universitario, la lucha estudiantil que tuvo lugar en 1929, bajo la dirección del futuro abogado y posterior maestro emérito Ricardo García Villalobos.
Culminó ese movimiento cuando el presidente Emilio Portes Gil le otorgó la Autonomía a la primera Universidad fundada en América Latina.
La muestra de la pluralidad de creencias, ideología, pensamiento y expresión, en la UNAM, quedó registrada en 1968 cuando dos ilustres universitarios, Javier Barros Sierra y Ángel Fernando Solana Morales, marcharon al frente del contingente de catedráticos, científicos, investigadores, empleados administrativos y miles de estudiantes.
Esos hechos demuestran, confirman y respaldan el orgullo que sentimos quienes pasamos por las aulas preparatorianas y después por las coloniales edificaciones que aún están de pie en el Centro de la Ciudad de México.
A partir de 1956, la mayor parte de la Gran Familia Universitaria se concentra en la Ciudad Universitaria.
Pertenezco a la Generación 1956 de Abogados, la primera que cursó los cinco años en esa entonces descontaminada geografía capitalina.
Ahí donde ondea la bandera Azul y Oro, tierra en la que sigue latente la frase que nos legó el maestro José Vasconcelos: Por mi Raza Hablará mi Espíritu.
Me formé y gocé la vida en el Barrio Universitario de San Ildefonso, ahí en el edificio de tres patios, el de los murales de Diego Rivera, el de la Escuela Nacional Preparatoria.
Ahí recibí las enseñanzas de profesores como don Miguel Suárez Arias, del gran Vicente Magdaleno, del enérgico y humano Manuel Sánchez Gavito, del cervantista Erasmo Castellanos Quinto, del general Francisco de P. Puga y del amigo de la juventud, Rafael Santos Jiménez.
De sus aulas han salido primero como estudiantes y después como catedráticos cinco Presidentes de México, todos de la Facultad de Derecho: Miguel Alemán Valdés, Adolfo López Mateos, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Pacheco y Miguel de la Madrid Hurtado.
Uno de Economía, Carlos Salinas de Gortari y el actual que anduvo, como alumno, por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Quede claro para siempre nuestra actual UNAM no “requiere de una sacudida”.
El Derecho Agrario sí es historia y continuará siéndolo como lo es el Derecho Constitucional, aunque lo niegue el actual inquilino de Palacio Nacional.
Al igual de lo anterior, carece de fundamento el dicho presidencial de que “todas las universidades, todas, fueron sometidas por el pensamiento neoliberal”.
Coincidimos con nuestro colega reportero y podríamos –lo hacemos—ampliar su texto, así:
Se ha hecho costumbre recurrir a un terapeuta para obtener la herramienta que nos ayude a sobrevivir
Es legítimo tal auxilio, dado a los tiempos que vivimos.
Fallan los gobiernos, las instituciones, los líderes.
Las religiones se han enfermado de fundamentalismo, arrogancia y dogmatismo.
Se han perdido principios y valores.
Aún con todo esto en contra nuestra, la mayoría de los humanos nos levantamos por las mañanas dando gracias a Dios y nos vamos a trabajar o a estudiar procurando vivir con un mínimo de decencia.
Esta es la razón por lo cual sociólogos de la talla de Peter Berger y Eric Vögelin opinan que los seres humanos poseemos una tendencia irrefrenable hacia el orden y que somos capaces de crear un acuerdo existencial con los valores que garantizan una vida humana, pacífica y que además siempre tenemos una reserva de espiritualidad, de amor y sensatez para ser felices.
En seguida para ustedes una recopilación de sugerencias de Peter Peter Berger y Eric Vögelin que nos ayudarán a vivir en armonía.
* Oye buena música.
* Desconfía de los fanfarrones.
* Evita a las personas negativas
* Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.
* No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo, leo. Ya lo sabe.
* Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche
* Nunca amenaces.
* Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.
* Haz lo que sea correcto, sin importar lo que otros piensen.
* Recuerda el viejo proverbio: Sin deudas, sin peligro.
* Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. El que no vive para servir, no sirve para vivir.
* Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno.
* Confía en Dios, pero cierra tu auto con llave.
* No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos.
* Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes.
* Escucha el doble de lo que hablas, por eso tenemos o dos oídos y una sola boca.
* Nunca envidies; la envidia es homenaje a la mediocridad.
* La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo… Simplemente disfruta al máximo de todo.
Observa el amanecer.
Albert Einstein lo dejó escrito.
Y también de sus consejos y vastos conocimientos nos auxiliamos amigo Herrera Valenzuela.
craveloygalindo@gmail.com