En el PAN, ¿todos unidos contra Lalo?

Victor de Regil

 

Después de la estrepitosa derrota que sufrió el PAN en Puebla en el pasado proceso electoral, la mayoría de las figuras panistas ven a un solo culpable: Lalo Rivera. Incapaces de la autocrítica y con el ánimo de quedarse con el control de lo que queda del partido, liderazgos panistas buscan cambios de fondo en su interior.

Está claro: Mario Riestra, Jesús Zaldívar, Edmundo Tlatlehui, Lupita Cuautle, Rafael Micalco, Mónica Rodríguez, Genoveva Huerta, Eduardo Alcántara, Jorge Aguilar Chedraui, Guadalupe Leal, más los que se acumulen, harán todo lo posible para impedir que el ex candidato a la gubernatura, aplastado en las urnas por Alejandro Armenta, expropie para sí la dirigencia estatal del PAN.

Para este grupo, que Eduardo Rivera se convierta en el líder del Comité Directivo Estatal no sólo no es procedente, sino un despropósito.

Para Eduardo Rivera, todos y todas son culpables de su derrota, menos él, y eso tiene verdaderamente irritados a los militantes del PAN.

No sólo no ha hecho un ejercicio de autocrítica, para reconocer el cúmulo de errores que cometieron él y su equipo de operadores antes, durante y después de la campaña, sino que ya mandó a Augusta Valentina Díaz de Rivera y Marcos Castro, a operar para imponerse al frente del CDE de Acción Nacional. De ese PAN que prefirió estrenar edificio sede que invertir en estructuras, capacitación, propaganda y representantes de casillas. De ese PAN que, como siempre, privilegió con diputaciones plurinominales y regidurías a familiares y cuates. De ese PAN que se alió a criminales. De ese PAN que, como consecuencia, ni las manos metió el pasado 2 de junio y que, de seguir así, en poco tiempo correrá la misma suerte que el fantasmal PRI o el ya desaparecido PRD.

Y las cartas están echadas: Por un lado, Eduardo Rivera tiene mayoría de consejeros estatales y controla casi a la totalidad de los comités municipales, y por esa vía quiere ser impuesto como el nuevo dirigente.

Por el otro los “rebeldes” pujan por una elección interna, o una consulta a sus militantes, pues calculan que en ese terreno sí pueden vencer al exalcalde.

Ya lo anticipó Mario Riestra, en la carta que a mediados de la pasada semana envió al CDE y a la Comisión Permanente Estatal del PAN: “Es necesario iniciar un proceso de análisis y autocrítica. Lo peor que nos puede pasar es que el PAN siga exactamente igual. Acción Nacional debe recuperar sus procesos democráticos internos“.

¿Pero realmente le alcanzará al TUCOL para vencer a Eduardo Rivera en una elección interna? ¿Tienen con qué? ¿Podrán caminar unidos, dejando de lado egos e intereses personales y de los grupos a los que pertenecen? ¿Lo podrían derrotar cuando él controla no sólo la nomenclatura y el presupuesto del partido, sino que tiene el apoyo de Marko Cortés?

Hace unos días, Eduardo Rivera se vio con el dirigente nacional del blanquiazul, con quien acabó muy de la mano tras el proceso electoral y a quien ya le comunicó su deseo de llegar a la dirigencia estatal del PAN.

Cortés le habría dado luz verde para trabajar, vía el Consejo Estatal, su arribo al cargo, en el entendido de que Eduardo Rivera, a cambio, contribuirá y ayudará para que Marko Cortés pueda imponer a su vez a su carta fuerte en la dirigencia nacional, el impresentable Jorge Romero, quien ya se destapó la pasada semana.

Eduardo Rivera le dijo que ir a una elección interna, implicaría correr el riesgo de que grupos ajenos al PAN elijan al nuevo dirigente. Y al parecer Marko Cortés le dio la razón. Lo único cierto es que el hecho de que Eduardo Rivera se convierta en dirigente estatal del partido, va a causar un verdadero cisma en el panismo poblano.

Las heridas serán grandes y la fractura entre sus liderazgos y militantes resultará muy difícil de revertir.