Víctor de Regil
Con el pasado proceso electoral y el triunfo de Mario Riestra en la presidencia estatal del PAN, se puede concluir que la principal derrota fue de El Yunque, grupo que ya se encuentra en vías de extinción.
Pero esto no solo es por haber perdido la dirigencia de este partido, sino por la indisciplina de sus militantes, que no obedecieron, y esto porque les hicieron consejeros para que obedecieran sin más recompensa que ese precario título que sin darles nada les exigía sumisión. Perdieron la obediencia, porque nunca les cumplieron y ahora que ya no tienen qué darles y porque lo primero que haya, sería para los de siempre.
En su momento, los que se consideraban los dueños del Yunque, tuvieron la potestad de otorgar o quitar chambas y desde luego candidaturas con altas posibilidades de ganar, o las codiciadas plurinominales tanto al Senado, a diputaciones federales y locales, así como a multitud de regidurías en numerosos ayuntamientos.
El botín era bastante grande y jugoso pues, adicionalmente se llegó a disponer de un gran número de plazas en las nóminas municipales, en el partido o en otras instancias gubernamentales. La UPAEP y Coparmex estuvieron siempre para incorporar a la casta.
Pero no solo se repartían uno de sus bastiones como es la capital poblana, sino que además buscaban hacerse de municipios como Tehuacán, San Martín Texmelucan, Atlixco y las Cholulas. acogían a los de perfil medio.
Lo que respecta a Puebla capital, a los hijos predilectos. Siempre se reciclaron. No abrieron espacios para quienes, siéndoles leales y dóciles, esperaban ser compensados con algo razonable. Los militantes se subordinaban esperando que les tocase algo.
Los jefes del Yunque, a través de “liderazgos” aparentes, que lo eran porque parecía que a través de ellos manaban las posiciones rentables, tenían autoridad y aplicaban disciplina. Autoridad y disciplina, disciplina y autoridad.
Incluso, pasó cuando Rafael Moreno Valle asumió el poder. Muchos que jamás recibieron nada de El Yunque se vieron favorecidos por Moreno Valle, quien así logró una base firme para sostener su poder y controlar el PAN. Muchos yunquistas, entonces, migraron al cobijo morenovallista. Es larga la lista de nombres.
Ahora, al carecer de plazas en los municipios que malograron y de las pluris que perdieron con el CDE, carecen de autoridad y fuerza para mantener la disciplina. Sólo unos cuantos se les subordinarán y serán los de siempre.
Pero todo se terminó el pasado 15 de diciembre, pues los números que internamente manejaba El Yunque para la elección del CDE, partían de considerar la lealtad y/o disciplina de militantes de La Organización o de consejeros a los que sentían incondicionales.
El caso es que los rebeldes, que acabaron votando por el insufrible e intragable de Mario Riestra Piña-tuvieron presentes los incumplimientos de Eduardo Rivera y de El Yunque y miraron a otro horizonte que les planteó mejores oportunidades.
La incompetencia de los liderazgos encabezados por Eduardo Rivera y Augusta Díaz de Rivera, y de la burocracia que ha manejado al partido, hizo crisis y les propinó una apabullante derrota: 70/43.
El Yunque no sólo perdió una elección, sino la lealtad, obediencia y disciplina de muchos de sus militantes y de otros a los que consideraba sus incondicionales. Y por ahora no tiene nada qué ofrecer a quienes pida obediencia. Ni siquiera las migajas de siempre. Su situación es verdaderamente precaria. Fue para La Organización una derrota política, pero sobre todo moral.