El Confesionario. Elisa Carrillo, la mujer que nació para bailar

 
El Confesionario 
Ray Zubiri

 

Conversé con Elisa Carrillo Cabrera, una de las mejores bailarinas del mundo y… ¡es mexicana! ¡Sí!, ¡mexicana!

Una mujer que es gran ejemplo de que, cuando se quiere, se puede.

Desde muy pequeñita –a los cinco años– tomó clases, como muchas niñas, en una escuela privada, cerca de la casa donde vivían sus papás. Ellos fueron sus primeros espectadores, en la sala de su casa, donde daba sus primeros pasos a consagrarse por todo lo alto.

Originaria de Texcoco, Estado de México, estudió la carrera de ballet en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Posteriormente, a los 15 años, continuó su preparación en Londres, en The English National Ballet School, logrando un contrato en el ballet de Stuttgart, de 1999 a 2007, para después integrarse como primera bailarina en Staatsballet Berlin, una de las compañías de ballet más importantes de Europa y del mundo.

En México, cuando alguien quiere ser bailarín, escultor, teatrista o actor, lo primero que le dicen es que se va a morir de hambre y que esa no es una profesión seria. ¿Te pasó a ti?, le pregunté a Elisa.

Sí, cuando me fui de México había personas que ni siquiera sabían que el ballet podía ser una profesión. Me decían: ‘el ballet es tu hobby, pero, ¿cuál es tu profesión?’. Ahora ha cambiado, no totalmente, pero creo que la gente empieza a entender que las artes son una forma de vida y lo respetan.
He visto que hay más apoyo por parte de los padres de familia. Hay más niños que se dan cuenta de que pueden vivir de las artes; que pueden hacer una carrera que los haga felices. Espero que eso siga cambiando y que después México sea un país en donde el ballet sea una profesión que se toma en serio”, explicó.
En este andar por los escenarios y reflectores, también hubo momentos en los que no todo fue miel sobre hojuelas.

“El ballet se volvió mi estilo de vida. Me fui becada –a Londres– y tenía que aprovechar esa oportunidad. Ahí todos buscábamos sobresalir. Hubo momentos en que me sentí sola. Quizá me deprimí. No obstante, fue el amor y el deseo que tenía por bailar lo que me ayudó a sacar las fuerzas.

Una bailarina pasa por etapas muy difíciles. Es una carrera que, como todas, requiere mucha disciplina y dedicación, porque todos los días hay que practicar, repetir las cosas.

El ballet no es únicamente salir al escenario. Para ello se requiere mucha concentración, repetición, dolor. En el ballet siempre hay errores y, por eso mismo, siempre hay que ser mejores.

Claro que he tenido momentos de frustración en los que he sentido que lo que hago no funciona. Pero siempre pienso en que mañana va a ser mejor. Me ha llegado a pasar que un día tengo una maravillosa función y al otro todo falla.

Es como ir del cielo al infierno. Esa es una de las partes más difíciles de ser primera bailarina o de ejecutar un rol principal; la gente piensa que tiene que ser siempre perfecto y eso es mucha presión y responsabilidad”.

Ser embajadora de la Cultura en México y miembro del Consejo Internacional de Danza de la UNESCO son logros que en otro momento no habría existido posibilidad de que los desempeñara una mujer. Hoy, afortunadamente, ya no es así y ella es muestra de eso.

“Para mí ser mujer ha sido algo maravilloso; tener la oportunidad de ser una madre, de ser profesionista. Es algo bello. Me siento feliz y orgullosa de serlo, de tener la capacidad de amar, de poder dar vida, que es algo muy especial para las mujeres. También dar amor y fuerza a nuestra familia”.

Elisa decidió ser madre cuando se encontraba en la cúspide de su carrera. A pesar de los tabús que hay respecto al tiempo de vida profesional que se puede tener en el escenario, ella apostó por su familia, la cual formó junto con el también primer bailarín ruso Mikhail Kaniskin.

“Siempre quise ser madre, pero había momentos en los que yo misma sentía que no estaba lista; sabía que no era el momento. Mi hija llegó en un momento en que realmente lo deseaba. Ya estaba muy bien en mi carrera, pero algo me faltaba. Sentía un vacío. Durante mi embarazo seguí entrenando. Creo que es lo más bello que me ha pasado”.

La célebre bailarina y coreógrafa Elisa Carrillo ha conquistado los galardones más prestigiados del ballet mundial: el Prix Benois de la Danse (2019), el Alma de la Danza de Rusia (2019) y el Festival Dance Open en San Petersburgo (2013).

Los tiempos están cambiando y con ello las mentalidades que antes se tenían respecto al mundo de las artes, y, de igual forma, se han difundido –aunque poco a poco– todos los beneficios que le dan al ser humano las carreras artísticas.
“Sería maravilloso que se impulsaran las artes desde la educación; que fueran parte del día a día de nuestros niños en México, que fueran parte de su escolaridad, porque si no viene desde nuestra familia, desde las bases, los niños, que son nuestro futuro, no tendrán una opción de vida que apueste al respeto”, señaló.
La también premio Soul of Dance de Rusia nos pone en la realidad sobre dejarnos llevar por la vocación artística, la cuál “no significa que la vida será sencilla y color rosa, pero eres más sensible, respetas a los seres humanos y disfrutas de las cosas pequeñas, de lo que te puede dar el ver una pintura, escuchar una música, mover tu cuerpo, cantar; son las cosas que al final los seres humanos podemos hacer y que son parte de nuestra belleza”.

Hoy que estuve con Elisa Carrillo Cabrera, mientras nos preparábamos para la entrevista, conversábamos y nos poníamos de acuerdo, pude ver una mujer plena y feliz.

Una mujer de carne y hueso que ha trabajado, que ha luchado, que en algún momento se sintió sola, que tenía inseguridades y miedos, Hoy, todo ha valido la pena.

“Todo fue una enseñanza y valió la pena arriesgarme por un sueño. Todo eso que he sufrido ha valido la pena; sí lo logré y he tenido la bendición de que sea más grande de lo que imaginé”, expresó.

“Luchen por ese sueño. Aunque a veces en la vida las cosas no sucedan como uno las imagina, no se den por vencidos.

La vida tiene muchos caminos. A veces parece que te sales del camino, pero luego vuelves a entrar. Lucha por lo que anhelas. Busca y trabaja en lo que realmente te gusta. A veces te preocupas por un mejor futuro o por ganar bien, pero hay que trabajar en algo que amas, porque en los momentos difíciles, si no haces lo que amas, no tendrás la motivación para salir”.

¿Te gustaría que tu hija fuera bailarina como tú?, le pregunté.

“Me gustaría que hiciera lo que a ella le haga feliz. Ella toma clases de ballet, pero si en algún momento la hace feliz ser bailarina, claro que la apoyaremos, tanto su papá como yo, como mis padres lo hicieron conmigo”, finalizó.

 

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Este evento se llevará a cabo el próximo 13 de agosto en el Auditorio Metropolitano de Puebla.

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La columna de esta semana ha terminado. Pueden ir en paz.

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