Efigenio Morales Castro. Un sueño gramatical

EFIGENIO MORALES CASTRO nació en Papantla, Veracruz, México. Realizó estudios en la Escuela Superior de Economía del I.P.N. en México, D.F. Egresado de la licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica, Facultad de Filosofía Y Letras de la BUAP. Premio Nacional de cuento Solidaria, México, D.F.,1990. Primer Premio en el 74 Concurso Internacional de Poesía y Narrativa “Enlace de palabras 2021”, convocado por el Instituto Cultural Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina. Libros publicados: Vientos encontrados. Puebla, Pue., 1995, (ediciones 2100). La apariencia perpetua (Colección varia, Ayuntamiento de Puebla. 1999). Muros aparentes (Dirección General de Fomento Editorial de la BUAP, 2001). Coágulo (Dirección de Fomento Editorial de la BUAP, 2009).

 

Un sueño gramatical

 

En ocasiones, sueño que el lenguaje se vuelve mudo, que no necesita hablar; es cuando quiero gritar en mi inconsciente que no dejemos morir a las lenguas, que estas nos hacen ser completamente humanos. Entonces sin poder despertar, recuerdo lo que escribió Frank Palmer, en su célebre libro Teoría Gramatical que “El lenguaje posee tres características que son importantes para la comprensión de la naturaleza de la gramática: es complejo, productivo y arbitrario”.

Me hundo en estas definiciones llenas de verdad. Morfeo me arrulla y me dice: he sido Dios de otra cultura diferente a la tuya, pero desde el infinito veo cómo sufres: ¿de verdad crees que el lenguaje tiene su complejidad? Luego se va. Mi sueño me cierra la boca, pero no el pensamiento. Navego en la órbita de mi quimera. Es cuando compruebo que el lenguaje es complejo: me doy cuenta que hasta este momento no existe una gramática de la poesía. ¿Y lo que escriben los poetas?: realidad y metáforas del lenguaje cotidiano, de este idioma que utilizamos todos los días para comunicarnos. Pero no me angustio; descubro que Palmer tuvo razón con sus planteamientos escritos. Todos los días utilizamos palabras diferentes, por lo tanto, también es productivo el lenguaje.

En este momento sigo soñando. Me desespero en mis adentros por no comprender por qué el sonido no tiene una relación determinante con el significado. ¿Será por esto, que cada idioma tiene su estructura particular? ¿Por eso la necesidad de introducir anglicismos, galicismos, palabras originarias de nuestro México, en este caso, al idioma español?

Acepto, entonces, que también el idioma es arbitrario. En este sentido escucho, dentro de mi sueño, cómo la semiología y la semántica luchan y tratan de abrazarse para su reconciliación.

 

Es hermoso soñar sobre lo que nos indica el camino. He tenido pesadillas terroríficas, sobre todo, en este tiempo en que llegó el Covid. Escribí historias en mi mente bajo la cobija de la noche; luego, seguí pensando con obsesión: ¿existe la gramática de la poesía?

Samuel R. Levin nos dice en su libro Estructuras Lingüísticas en la poesía, que “Antes de comenzar un estudio de la poesía desde el punto de vista lingüístico es necesario decidir si las técnicas que se aplican al análisis lingüístico de la lengua ordinaria son válidas para esta nueva tarea”. Existe algo que debemos tener presente: la poesía es lengua, pero a diferencia de la lengua común, produce en su comunicación (emisor—receptor) efectos fuera de lo común, figuras metafóricas que la lengua usual no hace: tal vez porque no es su función estética.

Después de recordar esto, mi sueño se despierta.

Me levanto con pasos agigantados en mi mente. Miro por la ventana. Descubro que las acciones de mis vecinos cuando hablan me las describe la gramática: homo loquens; solo ella es capaz de hacer esto. Veo en mi buzón que me llegó un libro. Un sueño gramatical, es el título.

Sonrío.

Soy un Homo gramaticus.