Dulce Palmira Conde. (Veracruz, Ver. México. 1993).
Lic. En Psicología por la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV), actualmente estudia la licenciatura de Sociología en la UNAM en modalidad a distancia. Tomó un curso de creación literaria en el Centro Cultural; Yabebirí en 2018. Se ha dedicado a la docencia en niños de 3 a 12 años, y en comunidades rurales por parte de CONAFE, ejerció como profesora de primaria en niños de 7 a 12 años y tiene un amplio interés en la investigación. Se considera un diamante en bruto en el campo de la literatura y hasta ahora no se había decidido a publicar sus textos.
(Presentamos algunos fragmentos de su obra)
Año nuevo y un ventrílocuo
Tomaba parte de mis costillas, el ventrílocuo se acercaba, me olfateaba, aunque de madera fuera…
4 de enero
Me había despertado el dolor, transpirando comencé a palparme y fue entonces cuando sobre mi pelvis, nuevas extremidades brotaban sin motivo alguno. Así fue el inicio de año, con alguien más respirando y durmiendo sobre de mí. Las primeras semanas me fue totalmente incómoda la aceptación, estaba acostumbrada a estar sola, a desayunar, comer, bañarme, dormir… todo sola, ahora tenía que soportar un peso, cuidar del suyo, alimentarle, bañar, invocar el sueño, desconocía realmente el significado de la palabra compromiso.
No lo sabía aún, pero fue el comienzo de mi inagotable paciencia e infinito amor.
Sopa de piedra
Dilemas matutinos; saber de qué forma escoger las piedras para mi digestión de mañana.
Suelo tener sueños lo suficientemente breves, en comparación con los sonidos perpetuados por los aleteos de moscas, las cuales últimamente llevan la delantera.
El camino al pedrario con frecuencia es concurrido por señores de pueblos vecinos, los cuales transportan sus piedras en cubetas, cajas de cartón, carretillas o costales acinturados con mecates. Mi preferido es el que está al final de toda la verbena y desfile nauseabundo de atravesar la concurrida avenida del pedrario.
Ahí conocí a mis piedras preferidas…
La primera fue transfia, piedra pesada sin detalles admirables, en mi mano era algodón.
Cinhuatr era peculiar por su tamaño, al momento de conciliar el sueño quedaba justo a la mitad de mi cuerpo, sus rodillas tocaban mi obligo.
Pharmlam era el remolino, la mayor parte de las veces me gustaba combinarla con gran variedad de condimentos, el ajo mi preferido.
Kript fue de mi gusto el más reciente hasta ahora, su contacto me hace vibrar sin que me guste su textura, chile verde y explota.
Entre la variedad se encuentra Cron, de presencia profunda y orejas finas.
Ojos en pupilas
Con manos ajenas te deseo, envidio su tacto, mientras me miras.
Con ellas me fulminas y haces polvo; me terminas, sin verte, sin probarte, no te temo, me da miedo que me faltes, me aterra el polvo cerca porque puedo consumirlo gustosamente.
Con tus ojos te busco y con ellos me quedo, desde el primer día, desde los segundos que no sabían que llegarías.
Es cuando te encuentro que más le sufro, cuando ni tus ojos ni tus manos…
Sólo tu pupila.