José Antonio López Sosa
Dijo el presidente López Obrador que se trata de un acto no ilegal, pero sí inmoral, el hecho de la controvertida cena de Emilio Lozoya, ex director de PEMEX en el restaurante Hunan, pero fue dado a conocer por la colega periodista Lourdes Mendoza.
Más que un acto inmoral, me parece una burla a la sociedad mexicana, que un gobierno que enarbola que se acabó la corrupción, tenga tanta deferencia con un criminal de la talla de Lozoya.
No se trata por el mero hecho de la cena en Hunan, que de por sí es una muestra de impunidad, sino del trato que ha recibido Lozoya Austin desde su llegada a México, que nunca pisó el reclusorio, que lleva su proceso en libertad y que no ha tenido consecuencia alguna más allá de tener un arraigo que le impide salir de cierto territorio y por supuesto, que le impide salir del país. El señor Lozoya sigue disfrutando del dinero producto de la corrupción, ante una Fiscalía que no va ni para atrás ni para adelante en ese tema.
Las fotografías compartidas por Lourdes Mendoza, no son más que la prueba fehaciente de esa burla a la sociedad mexicana, aún cuando la Fiscalía asegura que no hay nada fuera de la ley y que se continúa el proceso del señor Lozoya.
Es importante leer entre líneas, ver las relaciones de poder que hay entre empresarios y políticos acusados de corrupción, quien acompañaba a Lozoya era Doris Beckmann, hija del empresario Juan Francisco Beckmann Vidal, propietario del 85 por ciento de la empresa tequilera José Cuervo.
Mientras tanto aquí seguimos como sociedad, escuchando todas las mañanas que la corrupción se desterró, que ya somos un nuevo México y que ya no nos gobiernan los mismos, mientras uno de esos «mismos», se pasea con libertad disfrutando de sus bienes producto de la corrupción, frente a un estado incapaz de hacer justicia, aquí es donde surge la duda de ¿por qué solo creerles porque afirman con la retórica que son distintos?, mientras en la praxis la impunidad sigue como siempre en nuestro país.
Es indignante esta burla a la sociedad.