El trabajo de nuestros diputados federales ha dejado mucho que desear. Y es que, con malos resultados y en general una pésima experiencia en la primera elección consecutiva de diputados federales, concluyó ya, para efectos prácticos, el sexenio en materia legislativa, con el cierre de Segundo Periodo Ordinario de Sesiones del Segundo año de Ejercicio de la LXV Legislatura (2021-2024) en la Cámara de Diputados y el Senado de la República. Con el clima electoral crispado, por la proximidad del proceso federal y los locales, no hay posibilidades serias de que se alcancen acuerdos, para lograr reformas, en lo que resta de 2023 y 2024.
Se acabó y los números son rojos y los ánimos terminaron crispados entre la oposición y las bancadas oficialistas.
Todo esto, a pesar de haber tenido mayoría simple, los grupos parlamentarios del Presidente no entregaron buenas cuentas. Ni en la Cámara Alta, ni en la Cámara de Diputados, en donde fue mayor el fracaso.
En lo que respecta a San Lázaro, los 13 lopezobradoristas poblanos (2 del PVEM, 4 del PT y 7 de Morena) también, hay que decirlo, no pasaron en general de hacer bulto. Las bancadas de Morena y sus aliados fallaron en la aprobación de la Reforma Electoral constitucional.
Sufrieron y requirieron de los “favores” del PRI, para sacar avante la ampliación del plazo para que las Fuerzas Armadas participen en tareas de seguridad pública.
Antes, los diputados y diputadas del régimen fueron incapaces de sacar adelante la importantísima Reforma Eléctrica de López Obrador.
En ese caso, incluso la oposición se dio el gusto de lucirse tumbando la iniciativa para modificar los artículos 4, 25, 27 y 28 de la Constitución en materia energética.
El presidente López Obrador tuvo que ir del “Plan A” al “Plan B” y hasta al “Plan C”, por la incapacidad de cabildeo de sus bancadas. Ningún Presidente lo había padecido antes así. Con o sin mayoría calificada.
Recordemos como Ernesto Zedillo fue el primer mandatario priísta, al filo de la alternancia, quien a pesar de que ya no contó con su “aplanadora legislativa”, pudo sacar adelante varias de sus reformas.
Algunas muy perjudiciales, como la conversión del Fobaproa en IPAB, con la consecuente absorción de deudas privadas en deuda pública.
Por cierto que algunos poblanos estuvieron en esa época como diputados federales y votaron a favor. Eran entonces del PRI. Uno sigue ahí. Otro está ahora en Morena.
El pasado 30 de abril se clausuró el periodo ordinario de sesiones.
En el Senado la sesión fue accidentada, pero el poblano Alejandro Armenta logró sacarla adelante desde la conducción como presidente de la Mesa Directiva. Se acabó así el Segundo Año de Ejercicio.
Técnicamente quedan dos periodos ordinarios a la actual LXV Legislatura. Uno del 1 septiembre al 15 de diciembre de este 2023. Otro, del 1 de febrero al 30 de abril de 2024.
Pero con el proceso electoral en desarrollo, será imposible que los partidos se pongan de acuerdo para sacar adelante el trabajo meramente parlamentario.
En tiempos electorales, la Cámara Baja, más que el Senado, se convierte en arena política. Las sesiones son para desahogar agendas políticas. Se lanzan acusaciones. Llevan las denuncias electorales a tribuna.
Por eso el 30 de abril, para efectos prácticos, se acabó el sexenio en lo que respecta a la materia legislativa.
Una cosa también quedó clara, la reelección de diputados no generó legisladores con más experiencia.
Las decisiones las siguen tomando una cúpula y los ciudadanos no tienen mejores representantes.
México no tiene un mejor parlamento.
La realidad es que seguiremos esperando tiempos mejores. Que tal vez nunca lleguen.