Corea Torres. tetralogía de barco sin velamen

 

Conferencia sobre el cuento.

Biblioteca pública alemana. Managua Nicaragua.

 

Corea Torres. (Originario de Nicaragua. Naturalizado mexicano. Reside en Puebla, Pue. México). Estudió Ingeniería Química en la BUAP (1969 – 1973). Ejerció la ingeniería en la Industria de la celulosa y el papel de envoltura durante 22 años, en Puebla, Pue. Escritor y Mediador de Lectura diplomado por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Asesor independiente de proyectos literarios.

Escribió la columna semanal Libros en la revista MOMENTO (1997 – 2015), Puebla.  Ha publicado: Ámbar: espejo del instante (Poesía colectiva, 2020, Ed. 7 días). Ahora que ha llovido (Poesía, 2009 CNE) Galardonado con el Certamen de Publicación que convoca el Centro Nicaragüense de Escritores, la Asociación Noruega de Escritores y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, entre otros libros, ensayos y antologías.

 

tetralogía de barco sin velamen

I          arar en agua

Ni el Universo es tan vasto como el pensamiento,

nada es comparable a su magnitud.

Ahora mismo abrazo

uno de los infinitos que he creado

en su interior

y bebo de sus misterios

cual humilde bípedo

rumiante de reflexiones.

 

 

II         palabras para un poema

Inalterable,

la inconcebible, la diáfana gota;

ínfima en su telúrica luz,

anuncia el agotamiento del

bruto fragmento que le es elemental

en su menester de parir

el líquido de la incandescencia.

 

III       cascajo

Quedé con el cadáver que soy

en el limbo

de las propuestas humanas:

menos allá de la realidad.

IV       La armónica de mi corazón

La armónica de mi corazón

me ha dejado dolido esta noche de pandemónium.

El ron se evapora en el vaso

y mi voz acaso recorre

la terracería de un amor corrompido:

barco sin velamen

en el pavimento de esta hechicera ciudad

que apresó mi juventud.

 

Se agria la música

porque la luna no sale

y el negro de la noche,                       estoy seguro,

festeja su incolora majestuosidad

en un bar donde la rockola regala sus pesares.