Valentina González/ICM
· Así lo dijo Pablo Raphael de la Madrid, director de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Cultura, durante el ‘Primer Congreso Internacional Red de Egresados 2021 #SomosIbero En el mundo’
La cultura y el arte no es un sucedáneo, sino un instrumento para la salud pública, señaló Pablo Raphael de la Madrid, director de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Cultura, quien dijo que nadie hubiera imaginado o sobrevivido a la pandemia sin los libros, películas o música.
Al hablar sobre en qué radica el cambio cultural que vivimos tras la crisis sanitaria, afirmó que es importantes reconocer que no volveremos a ser los mismos, que a pesar de seguir aferrados a las guerras comerciales y a la realidad existente antes del COVID, es cierto que en la memoria colectiva habita un fantasma que nos recorre todos los días.
El narrador y ensayista añadió que la pandemia interpela a los seres humanos a convivir de manera apropiada con las especies y respetar a la naturaleza.
“La salida que tiene la tierra para construir su futuro es volver a la tierra misma, atreverse a creer en el desarrollo sostenible, en la nueva relación que la humanidad puede tener con la casa que habita, a relacionar el arte con la naturaleza, la ciencia con la naturaleza”, dijo al participar en el Primer Congreso Internacional Red de Egresados 2021 #SomosIbero En el mundo.
El egresado de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la IBERO señaló que si entendemos que el tiempo es finito el gran reto está en entender cómo imaginar una sociedad desde el presente, y sobre lo que tendríamos que hacer en términos culturales para comprender el cambio de paradigma que está sucediendo y cómo se van a reactivar las sociedades de cara a la etapa que viene.
Añadió que la cultura puede jugar un papel muy importante, no solamente porque nos cambió como civilización, sino en el tema de políticas culturales. “A la cultura siempre se le ha enmarcado en el ámbito de las bellas artes, pero si no entendemos que va más allá de eso, no podemos entender porque las culturas tienen una capacidad trasformadora. Por ejemplo, después de la peste negra que ocurrió a finales del siglo XIV, en Florencia surgió el Renacimiento”, dijo.
Recordó que la pandemia nos ha enseñado que, entre 1600 y 1606, la peste bubónica y las ratas destruyeron miles de vidas en Londres. En esos años, durante el confinamiento, William Shakespeare escribió El rey Lear y la tragedia de Macbeth, mientras que Coriolano, y Romeo y Julieta tienen a las enfermedades contagiosas como parte de su telón de fondo.
Nadie como un Shakespeare confinado ha sabido describir la condición humana. “El poder del arte consiste en su capacidad para poder entender a la
naturaleza, anticiparse a los hechos, ser fuente de memoria, dar luz al futuro y ser el cimiento más estable de la civilización”, añadió.
Asimismo, recordó que la viruela mató a ocho millones de personas durante la ocupación de Tenochtitlan y en los siguientes años llegó el sarampión y la sífilis. “La conquista de México no la ganaron los 400 hombres de Hernán Cortés, sino las enfermedades que llegaron en los cuerpos de navegantes”.
Agregó que el futuro que empieza a imaginarse toca hoy temas de control migratorio, viajes observados, dictaduras de los metadatos, pasaportes sanitarios, espacios públicos hipervigilados. Dijo que el paradigma que enfrentará la defensa de los derechos humanos, la protección de datos personales y el acceso a la información suena horroroso.
“La globalización de la cooperación por encima del mercado, la redistribución de la riqueza cultural, la defensa de la libertad de expresión, la economía creativa, el valor que para la ciencia toman las decisiones y el desarrollo de las sociedades del conocimiento serán las armas frente a la otra batalla global contra ese mundo de una nueva normalidad que quiere ciudadanos aislados, muros construido, fronteras cerradas, datos personales controlados y colectividades fragmentadas, a partir de la administración del miedo y del final del tiempo”, dijo.