Victor de Regil
Si el presidente López Obrador y la 4T pretenden consolidar los cambios legales que instrumentó en el periodo legislativo reciente, no tienen de otra: necesitan ganar las elecciones legislativas del próximo 6 de junio.
Esto significa lograr una ecuación política que le permita realizar las reformas constitucionales que se visualizan para consolidar su proyecto.
En días pasados, los jueces Rodrigo de la Peza y Juan Pablo Gómez Fierro dieron suspensiones definitivas contra las reformas a Ley de Hidrocarburos, que daba a las autoridades en materia de energía, la Sener y la CRE, la facultad de suspender los permisos a empresas privadas por motivos de seguridad nacional, energética o de la economía nacional.
La semana pasada, el IFT acordó interponer una controversia constitucional en contra de la reforma que pretende crear un padrón de usuarios de celulares incluyendo sus datos biométricos. Ya el INAI había anunciado que emprenderá una acción de inconstitucionalidad ante la Corte contra la misma reforma.
En suma, AMLO está encontrando en los tribunales y en los órganos autónomos una línea de resistencia a los cambios que pretende establecer.
Por ello, resulta crítico para él que la 4T pueda ratificar su mayoría calificada en la Cámara de Diputados, pues ella apalancaría una posible mayoría constitucional en el Senado atrayendo a senadores de otros partidos.
La mayoría calificada no implica que Morena por sí misma tenga las dos terceras partes de los asientos, lo cual es inalcanzable.
Lo que requeriría es que la suma de sus legisladores y los de los partidos aliados alcancen esa proporción.
Para llegar a esa circunstancia existen dos caminos.
Uno es que los partidos aliados de Morena, al sumar sus legisladores lleguen a la cifra mágica de 331. Hoy, ese esquema no se ve sencillo.
El promedio de las encuestas coincide en lo siguiente. Los legisladores de Morena más los del PT y del PVEM no sumarían los 331.
El sitio Oraculus, que desarrolla escenarios de composición de la Cámara de Diputados sobre la base de los promedios de las encuestas publicadas, tiene un escenario base de 320 diputados. Les faltan 11 y los partidos nuevos no se ve que puedan alcanzar registro ni aportar legisladores.
Otro camino implica conseguir 11 legisladores de otros partidos.
Hay varios candidatos para conseguirlo: el PRI, el PRD y MC.
Sea con ofertas de posiciones para personas en lo individual, con negociaciones institucionales o incluso con chantajes, sumar 11 diputados más no es algo remoto.
De hecho, lo más probable es que algunos de los políticos más avezados de Morena ya estén en el proceso de negociación.
Claro que ese esfuerzo podría caerse si continuara la tendencia a la baja de las preferencias de Morena y sus aliados al punto de no alcanzar la mayoría absoluta. Eso desmotivaría a diversos políticos a aliarse con ellos.
Ante la evidencia de que no se lograría directamente la mayoría calificada, entonces el punto de partida para una negociación poselectoral es obtener la mayoría absoluta, sobre la cual se pueden conseguir acuerdos, sea con organizaciones o con personas en específico.
Morena tiene una buena cantidad de políticos que han negociado una y otra vez, desde diferentes parapetos partidistas.
Saben que una parte muy importante de la clase política mexicana lo que quiere es el poder, independientemente de la vía que se utilice para alcanzarlo.
Por eso es que, mientras tengan posibilidad de repartirlo, están con capacidad de llegar al número de votos necesario para sacar adelante los proyectos que ha empujado AMLO.