SEGUNDA PARTE
Continuamos con el reportaje del diario “El País”, que como ya indicamos algunos lo ubican como conservador, que titula: LA ORGANIZACIÓN SECRETA DE ULTRADERECHA, “EL YUNQUE”, con algunas aportaciones de nuestras vivencias cuando reportero de las fuentes policíacas, precisamente asesinatos ocurridos o descubiertos en lugares aledaños al Cerro del “Cubilete”, perteneciente al municipio de Silao, Guanajuato, en cuya cima se encuentra el monumental “Cristo de la Montaña”.
Estos homicidios atribuidos al “Yunque”, jamás fueron aclarados y por tanto quedaron en la más vergonzante impunidad; se decía en aquellos tiempos que esta organización secreta era el reducto de la guerrilla conocida como “Los Cristeros” que formaron y alimentaron católicos mexicanos que se levantaron en armas contra el Gobierno por la “Ley Calles”, expedida el 14 de junio de 1926 con el fin de acotar el culto y sacerdocio en México.
Continuemos con el trabajo periodístico de la colega Georgina Zerega, titulado: “Tortura y abuso psicológico: cómo funciona El Yunque, la organización secreta de ultraderecha”:
“Un exmiembro -lo identificaremos con el seudónimo de Gil-, y otras personas conocedoras de la secta mexicana, nos dice, relataron a EL PAÍS, cómo fue el proceso para ingresar, la formación para ser un grupo de choque y las redes de la sociedad que ampararon el desarrollo de la organización en la sombra
Para poder entrar al Yunque, Gil tuvo que superar un curso de iniciación de tres días que consistía en una especie de ritual heredado del siglo XIX. “Es un curso en el que medio te secuestran, te mandan a un lugar, te ponen unas golpizas, no te dejan dormir, no comes, no tomas agua. De repente te apuntan con la pistola en la frente simulando que son enemigos de la organización”, recuerda el exmiembro de la secta.
Una vez dentro, les llamaban “monjes guerreros de combate”. Algunas de las órdenes que recibió Gil en los años que estuvo activo eran enfrentarse físicamente contra masones y miembros del Opus Dei, infiltrarse en los congresos estatal y federal para atacar a diferentes grupos o agredir a quienes eran considerados “enemigos”, como los gais, los socialistas o las organizaciones a favor del aborto.
“Nunca me tocó que pidieran matar personas, Pero en otras épocas esas cosas sí pasaban”. El hombre recuerda que gran parte del trabajo que hacían eran tareas de inteligencia. Seguían a gente, iban a eventos a tomar fotografías, grababan reuniones y reportaban con quiénes se juntaban algunos objetivos del espionaje.
A los cuatro años de estar dentro, le hicieron ingresar en la “rama radical” del Yunque: “Los Cruzados de Cristo Rey”, una organización religiosa de derecho diocesano que contaba con reconocimiento del Vaticano, que también estaba presente en España y continúa activa en México. Allí, Gil estuvo hasta 2010 preparándose para ser sacerdote mientras trabajaba para el Yunque. “Éramos delincuentes”, recuerda, “muchos de los actos de violencia y sabotajes que me tocó hacer, los hice como cruzado, colgábamos la sotana, íbamos al Congreso a armar pleito y ahí se olvidaba que éramos religiosos”.
Gil llegó a ser secretario de Interior, un cargo medio en la estructura interna de la secta. Manejaba información secreta, estaba a cargo de parte de la enseñanza que se dictaba, y organizaba las ceremonias de iniciación. El proceso de afiliación incluía, por ejemplo, controles del cuerpo desnudo del futuro miembro, para certificar que no fuera “un judío infiltrado”. La ceremonia era un evento secreto al que llevaban a los novatos con los ojos vendados, les hacían rezar el rosario y les lanzaban una serie de amenazas: “Entrabas y te decían: ‘Bienvenidos al recinto de la hermandad y la lucha. Si tu intención fuera traicionarnos, más te valiera no habernos conocido”.
El último año de Gil en El Yunque fue el más difícil. Varias cosas le hacían ruido y sus cuestionamientos a superiores le habían valido duros castigos. “Un día no pude más, hice mis maletas y desaparecí”. A pesar de todo los abusos físicos que sufrió manifiestan que lo peor fueron los abusos psicológicos. Desde entonces ha podido reconstruir su vida, pero le costó mucho trabajo dejar atrás esos ocho años. “Cuando tú sales de una organización secreta no tienes a quién acudir porque no puedes ir con tu vecino a decirle: ‘Oye, acabo de salir de una organización secreta radical que me enseñó a torturar. Ayúdame”, recuerda. “Estás solo con el mundo”. CONTINUARÁ.
Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, miembro del Consejo Consultivo permanente del Club Primera Plana, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional y Académico de Número de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. Agradeceré sus comentarios y críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.org, y www.clubprimeraplana.org, y el portal irradia noticias.com