Por Teodoro Rentería Arróyave
Por ahí leí la denominación de “joventocracia”, nada que ver con “juventucracia”, para referirse a los adultos mayores, ahora que gracias a los adelantos de la ciencia, a la misma condición mental de este sector y la esperanza de vida que ha aumentado exponencialmente, otros autores prefieren el término de “súpermayores”.
En un reportaje analítico del Diario “La Vanguardia” sobre el tema y, que nos llega cuando en México, Cuba y otros países celebramos el “Día del Padre” el tercer domingo de junio, nos ubica que la longevidad ocurre como con la belleza, es de decir, es un estado de ánimo: sentirse “viejo” o “vieja”, depende de la persona a quien se le pregunte
“El umbral de la senectud es cada vez más movedizo y ya no depende solamente de la edad sino de la salud personal, la función cognitiva, los índices de discapacidad y, sobre todo, de las ganas de vivir
La edad, ya no es indicativo de la vejez, aunque los expertos distinguen entre edad cronológica y biológica, habría que hablar también de la edad psicológica, es decir, de la propia autopercepción de la vejez”, nos dicen los autores: Xavier Cervera y Antonio Ortí.
Para darle consistencia al argumento, realizaron una extensa encuesta en España y obtuvieron las más diversas respuestas y, es de llamar la atención que casi todas fueron positivas y optimistas.
En los últimos años la definición de “viejo” ha cambiado y ahora algunos expertos señalan que una señora o un señor de 60 años es de mediana edad.
En la encuesta llevada a cabo para el artículo entre varios de los 11 millones de “baby boomers” -niños nacidos inmediatamente después de la segunda guerra mundial, agregaría, o antes-, que sobrepasan en España los 60 años se formuló una única pregunta: ¿te sientes vieja o viejo? Hubo respuestas para todos los gustos, pero el denominador común fue que nadie se identificó con alguna de las acepciones de viejo que ofrece la Real Academia Española, RAE, en especial por el “deslucido, estropeado uso”, tampoco aceptaron ser los sinónimos que propone Fernando Corripio en su diccionario: anciano abuelo, vejestorio, provecto, carcamal, antañón, senil, decrépito, maduro, vejete, achacoso, matusalén, chocho, añoso, etcétera.
“Antes, al contrario, las respuestas oscilaron entre “me noto en el otoño soleado de mi vida”, hasta “lo seré cuando no pueda correr cada sábado mis ocho kilómetros”, pasando por “me sentiré viejo cuando pierda la curiosidad”; Un hombre de 60 años dijo: “El problema no es como te sientes tú, sino cómo te perciben los demás. Cuando me empiezan a tratar de usted me doy cuenta de mi edad”.
También hubo una mujer que apuntó: “cuando necesite dos horas para sentirme bien después de levantarme, aceptaré que ya soy vieja”. Finalmente, hubo varias respuestas en línea con lo que respondió un “sesentañero” -como empiezan a ser conocidos los antiguos sesentones-: “me sentiré viejo cuando me apetezca hacer una cosa y no la haga por pereza”. Y luego añadió: “la verdad es que es algo que voy notando, pero sigo siendo peleón, porque después nunca me arrepiento… A esta edad, la comodidad es tentadora, venenosa y… tóxica”.
En un antiguo reportaje titulado Jóvenes para siempre sobre las personas que estaban ingresando en su quinta o sexta década de existencia, Fernando Martín Malavé, un ginecólogo malagueño de 65 años que había sido padre hacía cinco meses de una pequeña llamada Aura, afirmaba: “La vida es como una escalera. Quien considere que ya la ha subido entera, se crea a sí mismo la obligación de empezar a bajar. Por eso siempre hay que dejar peldaños por delante y no cerrar la puerta a las ilusiones”.
Y lo que más me agradó del reportaje: los autores al referirse a este “debate de suma actualidad en países que asisten a un acelerado envejecimiento, como Japón o España, nos informan que los gerontólogos nipones, por ejemplo, tras observar que cada vez más personas superan los 90 años, propusieron, hace ya seis años, reclasificar la vejez en tres grupos: los “premayores”, referido a las personas entre los 65 y los 74 años; para quienes están entre los 75 y los 90, “mayores” y “súpermayores”, para los que cuentan con más de 90 años.
Espero seguir pergeñando este Comentario a Tiempo cuando entre al grupo de los “Súpermayores”.
Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, miembro del Consejo Consultivo permanente del Club Primera Plana, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional y Académico de Número de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. Agradeceré sus comentarios y críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.org, y www.clubprimeraplana.org, y el portal irradia noticias.com