Como muchos pensaban, y muy lejos de las suposiciones de que el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina se fue “hacia el otro lado” por los cambios en su gabinete, o de que hay “traición” o “deslealtad” al “barbosismo“, la reingeniería de la administración pública estatal obedece a una dinámica natural para aprovechar cada uno de los poco menos de 700 días que tiene por delante. Los cambios no deberían asustar ni molestar a nadie, porque además de que es su facultad, tienen como esencia la búsqueda de la eficiencia. Solo quien no entienda la dinámica del poder, se sentirá agraviado u ofendido.
Los supuestos negativos de pasar de un gabinete morenista a uno plural, en el que se ha incorporado a priístas y panistas, debe leerse más en positivo que en negativo.
Hay que recordar que el actual mandatario llegó a la gubernatura gracias a acuerdos que supo construir en el Congreso del estado antes de que imagináramos siquiera que iba a ocurrir el lamentable fallecimiento de Miguel Barbosa Huerta.
La conciliación y la pluralidad fueron siempre sus divisas como presidente del Poder Legislativo estatal. De hecho, toda su carrera política ha sido siempre así.
Adicionalmente, con sus primeros nombramientos (en SEP, Movilidad y Transporte e Igualdad Sustantiva) concilia intereses y cumple pactos legítimos, al sumar al gabinete a hombres y mujeres que vienen de expresiones políticas que, de por sí, ya eran aliados del gobierno de Barbosa.
¿O a poco el diputado y verdadero líder del PRI Jorge Estefan Chidiac no era aliado del fallecido mandatario?
Céspedes Peregrina no está sumando enemigos, sino aliados que lo han sido desde 2019. Miguel Barbosa tuvo en las urnas el sustento de su legitimidad. Fue, sin duda, a través de la democracia directa.
Sergio Salomón la tiene a través de una votación en el Congreso del estado, que se consiguió con base en acuerdos que permitieron, además, frenar las ambiciones caníbales de personajes como Ignacio Mier, Fernando Manzanilla, Enrique Doger y un largo etcétera. Acuerdos genuinos, como lo han aceptado y expresado todos los actores.
El sustento de la legitimidad del actual gobernador es la democracia representativa.
Para que Céspedes Peregrina pudiera asumir la gubernatura, tuvo que llegar a acuerdos y arreglos con todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso del estado: Morena, pero también el PRI y PAN, entre otros.
Que nadie se espante: además de Morena, PAN y PRI, PRI y PAN, fueron aliados del gobernador Barbosa Huerta; hay varias historias al respecto. Por eso nadie se debe equivocar ni condenar los cambios que se han realizado.
Nadie tiene calidad moral o política para ello, porque el mismo Miguel Barbosa contemplaba varios.
En especial en la SEP y en Movilidad y Transporte, dos dependencias donde el caos -y seguramente la corrupción- reinaba a sus anchas.
La familia Barbosa ha expresado -todo mundo lo vio- inconformidad o molestia por los cambios anunciados por el gobernador.
Pero no, Sergio Salomón no ha roto ni se “está pasando para el otro lado” ni está “traicionando” a nadie; está en el lado correcto, junto con las fuerzas políticas que lo hicieron gobernador y con quienes está construyendo sus acuerdos de gobernabilidad que le permitan llegar a buen puerto.
Precisamente sobre los cambios, la actual secretaria de Educación, Isabel Merlo Talavera, ha recibido una andanada de ataques que rayan en la violencia de género, tanto que habrá acciones legales contra los miserables que la minimizan y hasta se burlan de su apariencia física.
Que si no tiene cédula profesional. Que es priísta. Que su perfil profesional no es suficiente. Pero no hay que olvidar que la diputada local con licencia fue maestra de grupo por muchos años.
Que luego se incorporó a la vida gremial en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Que también fue migrante. Que en la vida pública y partidista ha ocupado todos los escalafones, para ser considerada una política completa. Lo es en la arena legislativa y en la administrativa. Omitir su trayectoria, con dolo, para descalificarla, es misoginia. No es política. Es bilis, es rencor.