Muestra apertura a la diversidad, en la constitución de su gabinete y en su discurso
· Trump buscará la manera de tener presencia en la agenda comunicativa de EU; pero todo dependerá del resultado del impeachment
Pedro Rendón / ICM
La toma de posesión de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos (EU) marca una nueva forma de gobernar a este importante país en el concierto internacional, y genera expectativas en un considerable sector de la sociedad norteamericana y del mundo, consideró el maestro Érick Fernández Saldaña, académico de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, al analizar la inauguración de la Presidencia del demócrata.
Aunque este acto de la ritualidad política de los EU, de cambio en la Casa Blanca, se vio roto por la ausencia del mandatario saliente, Donald Trump, la no presencia de éste en el Capitolio «marcó en buena medida una atmósfera favorable para el Presidente entrante” que, cumpliendo con la propia ritualidad de la transición, juramentó frente a representantes de la Suprema Corte, del Congreso, su Cámara de Representantes, la Cámara de Senadores y los expresidentes Barack Obama, George Bush y Bill Clinton.
Como esperaban la opinión pública estadounidense e internacional, Fernández dijo que, en su discurso, Joe Biden marcó un golpe de timón, al no querer hacer de EU lo más grande (que era la divisa de Trump), sino al trazar una nueva ruta, donde el principio es enfrentar los grandes problemas de Estados Unidos bajo un concepto de unidad.
Entre esos grandes problemas que tiene de entrada la nueva administración, que Biden describió en términos sociales y en los que menciono pondrá toda su alma, se encuentran: el racismo; el terrorismo nacional, local y doméstico de la supremacía blanca, una ideología que ha permeado en algunos sectores de la sociedad norteamericana; y la pandemia de COVID-19, cuyo combate en territorio norteamericano será una línea del trabajo en los primeros días del presidente Biden.
El internacionalista de la IBERO destacó que Joe Biden también habló sobre un proyecto de rechazar la cultura de los hechos manipulados. “Esto es muy interesante, porque fuimos testigos a lo largo de estos cuatro años de una política muy fuerte en la cual la referencia eran las redes sociales del presidente Trump, observar con qué se levantaba y así, a lo largo del día, hacer una línea de trabajo, una agenda de trabajo, a partir de esos tuits”. Ese era el mecanismo de Trump, la plataforma para comunicarse con la sociedad, desde el primer día de su administración, hasta antes de que le cancelaran su cuenta propia.
Por otra parte, en el discurso de Biden y en la constitución de su gobierno también se percibe una apertura a la diversidad y a las minorías; algo que el maestro cree que el actual mandatario aprendió durante los ocho años que estuvo acompañando, como vicepresidente, a Barack Obama, es decir, “la incorporación de personalidades que, si bien no figuran en el ámbito de los actores políticos tradicionales, pueden constituirse en un equipo de trabajo importante, marcado por la igualdad, la inclusión y la diversidad”.
Y acerca de la frase proclamada por Donald Trump al abandonar la Casa Blanca, que tengan buena vida, nos veremos de alguna forma pronto, el docente opinó que manifiesta que regresará para recuperar lo que dejó.
Trump, “como buen animal político, como animal mediático”, estará atento al desarrollo de los procesos de carácter político y social, y buscará alguna forma de tener presencia en la agenda comunicativa, en la agenda política de los Estados en los próximos meses y años; pero todo dependerá del resultado de su juicio político (impeachment).
En cuanto a qué cabe esperar para la relación entre México y Estados Unidos, Fernández Saldaña destacó, de entrada, que resultó simbólico detener la construcción del muro fronterizo, lo que echa para atrás toda la mirada xenófoba que marcó las relaciones bilaterales en la administración saliente.
A esto añadió la reforma migratoria, que en los próximos días y semanas definirá con claridad cuáles son los elementos para que al menos 11 millones de extranjeros que viven en los EU se acojan a esta nueva reforma y puedan adquirir, de acuerdo a sus condiciones, gustos y preferencias, el proceso de ciudadanía estadounidense.