Ariana Magaña Narváez. Buena noticia

Ariana Magaña Narváez. Directora de teatro, actriz, astróloga y escritora. Es autora de múltiples obras dramáticas presentadas en diferentes teatros de la ciudad de Puebla y México. Ha escrito un gran acervo de poemas de alta sensibilidad inspirados en experiencias personales y en la contemplación de la vida cotidiana. Sus versos a veces son libres, otras ocasiones fieles a las formas y figuras propias de la poesía. Coordina la edición de la Agenda con orientación astrológica y editora conjunta de la Agenda de Poesía Latinoamericana Actual 2024.

 

 

Buena noticia

 

La buena noticia es que, allá,

a donde vamos, cabemos todos.

 

Así que, vamos sin prisa.

Mójate los pies en las notas del mar

y déjate acariciar por las olas del piano.

 

No tenemos que llegar adornados de oro,

tampoco sirve llegar peinados, ni llegar perfectos.

 

Es el único lugar del que no escaparemos,

así que soltemos el ancla,

disfrutemos del tiempo finito,

que la arena en los relojes no se detiene.

 

El gran secreto es que, a veces,

podemos darle la vuelta a la vida

y volver a empezar, tantas veces como queramos.

 

Suelta el ancla, quédate conmigo un rato,

ya habrá tiempo después para eso de la vida eterna,

disfrutemos el viaje mientras tanto.

 

 

Coma poético

 

Ayer fui oda y verso libre,

canté letanía al borde del abismo.

Grité canciones y escupí herejías,

tejía historias por cada sonrisa,

respiraba décimas y sonetos,

malgastaba la tinta

aventaba las palabras por donde fuera.

 

Servilletas, libros y libretas

a veces la piel servía,

me tatuaba versos sin orden ni dirección

de manera compulsiva.

 

Hasta que un mal día caí en un coma poético.

Ahí… descubrí lo que es el sufrimiento.

Por fuera parecía inerte

por dentro se libraban arduas batallas,

tuve sueños como enredaderas.

corté cabezas a las bestias,

estaba muy agitada, nadie entiende, nadie que me viera

sumergida en mi coma poético, entiende que adentro

me batía a duelo con criaturas asesinas.

Luché con todas mis fuerzas por mi vida,

pero me lastimaron, con armas afiladas,

mi piel colgaba de los brazos

sangre por doquier y miedo…

yo corrí hacia cualquier parte,

desenvainé la espada, y quise seguir peleando

pero me temblaron las piernas y me rendí a la muerte.

 

Aquella dama fue buena conmigo

curó mis heridas,

acarició mi frente y no sé si fue un acto de compasión

o un ataque directo,

pero me devolvió a la vida.

 

Desde entonces me recupero sin prisa

disfruto de las tardes de recuerdos involuntarios,

no me peleo con la inspiración

ni juego a ser poeta.

Desde entonces me recupero un verso a la vez.