Arbolado urbano y educación ambiental: soluciones locales frente al cambio climático

-UPAEP impulsa conciencia ambiental desde la academia como respuesta a los efectos del calentamiento global. Del 5 al 26 de julio impartirá el curso-taller: “Diagnóstico y Dictamen de Arbolado Urbano”.

En medio de un contexto global marcado por eventos climáticos extremos, altas temperaturas y fenómenos meteorológicos inusuales, la UPAEP, a través de la Facultad de Ingeniería Ambiental y Desarrollo Sustentable, destaca la importancia del arbolado urbano y la educación ambiental como soluciones locales frente al cambio climático.

Ligia Catalina Muñoz Arenas, profesora investigadora de la Facultad de Ingeniería Ambiental y Desarrollo Sustentable de la UPAEP, subrayó que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son las dos mayores presiones que enfrenta actualmente el planeta. Aunque las acciones a gran escala son esenciales, también es clave reconocer que “a nivel local, como ciudadanos, podemos y debemos actuar”, afirmó.

En este sentido, el arbolado urbano representa una de las formas más eficaces para mitigar los efectos del calentamiento global en las ciudades. La doctora explicó que los árboles pueden reducir entre 2 y 8 grados Celsius la temperatura en zonas urbanas, contrarrestando así las conocidas “islas de calor”. “En ciudades como Puebla, donde ya se han registrado temperaturas superiores a los 32 grados —el límite del confort térmico humano—, este efecto resulta crucial para la calidad de vida”, puntualizó.

Además, los árboles urbanos contribuyen a la captura de dióxido de carbono, mejoran la calidad del aire al atrapar contaminantes y ayudan a mitigar inundaciones al reducir el escurrimiento superficial del agua de lluvia. También disminuyen el uso de energía eléctrica, pues al brindar sombra natural, reducen la necesidad de ventiladores o aire acondicionado.

Sin embargo, Muñoz Arenas alertó que estos beneficios se ven comprometidos cuando no hay una gestión adecuada del arbolado. “Muchas veces se tala sin conocimiento técnico o se siembran especies inadecuadas en lugares inadecuados, lo cual puede deteriorar la salud del árbol, provocar plagas o incluso dañar infraestructura urbana”, advirtió. De ahí la importancia de una planeación estratégica sobre qué árboles plantar, dónde y cómo hacerlo, así como del mantenimiento adecuado de los árboles existentes.

Complementando esta visión, Shaila Denisse Santiago Aguilar, también profesora de la Facultad, resaltó que la educación ambiental es el eje transformador para construir una ciudadanía informada, crítica y comprometida con su entorno. “La educación ambiental no solo busca sensibilizar, sino también hacer reflexionar sobre cómo nos relacionamos con la naturaleza y cómo podemos actuar ante los problemas que vivimos, como el cambio climático”, explicó.

Santiago Aguilar destacó que los efectos del cambio climático están siendo experimentados por todos, pero que muchas personas aún no se preguntan por qué están ocurriendo ni qué se puede hacer al respecto. “Nos quejamos del calor, pero no siempre entendemos las causas profundas de estos cambios”, señaló. Por ello, enfatizó la necesidad de generar espacios de diálogo y aprendizaje desde las escuelas, hogares y comunidades.

Como ejemplo de acción concreta, mencionó el programa educativo que la Facultad de Ingeniería Ambiental de la UPAEP ofrece para niñas y niños durante los viernes de consejo técnico, un espacio en el que los pequeños aprenden sobre medio ambiente de manera práctica y reflexiva. “Se trata de acercar a las nuevas generaciones a la naturaleza y sembrar en ellas la semilla de la responsabilidad ambiental”, afirmó.

Ambas académicas coincidieron en que sembrar árboles y educar para el cuidado ambiental no son acciones menores, sino respuestas locales con impacto real frente a uno de los mayores retos del siglo XXI.

“El problema no es sólo sembrar por sembrar. Hay que preguntarse: ¿qué tengo y qué puedo mantener?”, advirtió la Dra. Muñoz. Subrayó que colocar un árbol en un espacio inapropiado puede resultar contraproducente a largo plazo. “Si yo tengo un jardín de un metro cuadrado, no debería sembrar un árbol, porque eventualmente levantará banquetas y generará más contaminación por la reparación de infraestructura”.

La investigadora celebró que la UPAEP, al ser un campus inmerso en una zona urbana, haya sido capaz de adaptar soluciones verdes efectivas. “Hace dos años comenzamos con una jardinera llena de plantas para polinizadores junto al árbol patrimonial de la Facultad. Sembramos unas 30 plantas y en la primavera pasada contamos más de 100 orugas de mariposa monarca. Ver a nuestros estudiantes documentando este proceso fue muy significativo”.

Además, relató que con esta iniciativa, el entorno vegetal del campus ha ido transformándose: “Las jardineras que antes tenían plantas decorativas ahora están adaptadas para atraer polinizadores. No todo tiene que ser un árbol. Arbustos, plantas nativas y espacios verdes pequeños también capturan carbono, mejoran la salud mental, regulan temperatura y ayudan a reducir los cambios bruscos de clima”. De igual forma, del 5 al 26 de julio se impartirá el curso-taller: “Diagnóstico y Dictamen de Arbolado Urbano”.

Shaila Santiago recalcó que una parte fundamental para lograr este cambio es la educación ambiental. “Muchas veces no sabemos los beneficios que nos da un árbol. Solo pensamos en las hojas que hay que barrer o en la sombra que estorba. Pero un árbol no solo embellece: regula temperatura, capta contaminantes y mejora la calidad de vida”.

La profesora también hizo un llamado a conocer y preferir especies nativas. “La jacaranda, por ejemplo, es muy bonita, pero no es originaria de México y puede estar desplazando especies locales. Los árboles nativos están adaptados al clima, requieren menos agua y ayudan a conservar la biodiversidad que nos es propia”.

Ante la pregunta sobre cuántos pulmones verdes tiene actualmente la ciudad de Puebla, Muñoz Arenas señaló que “los pulmones urbanos son pocos frente a la cantidad de habitantes. Tenemos espacios como el Parque del Arte, el Parque Ecológico, la Laguna de Chapulco o el Parque Juárez, pero son limitados y a veces mal gestionados. Necesitamos más áreas verdes y un compromiso serio por conservarlas y ampliarlas”.

En cuanto a qué se considera un “pulmón” urbano, explicó que organismos internacionales como la FAO establecen que un bosque urbano debe tener al menos 0.5 hectáreas de extensión y una densidad significativa de vegetación.

En conclusión, tanto Ligia Muñoz como Denisse Santiago coincidieron en que sembrar árboles no es una acción aislada ni simbólica. Es un acto de compromiso con el entorno, con la salud comunitaria y con el futuro del planeta. Y ese compromiso comienza por informarse, educarse y actuar de manera consciente.

Para finalizar, hicieron un llamado a la ciudadanía, autoridades y sector privado a sumarse a estos esfuerzos. “Sembrar un árbol es sembrar esperanza, y educar es transformar el futuro”, concluyeron.