Las movilizaciones realizadas el fin de semana pasado en CDMX y otras ciudades en el país le dan continuidad a las que se realizaron en noviembre de 2022 y febrero de 2023.
La gran diferencia es que ahora se realizan en pleno proceso electoral, con candidatas y candidato definidos en la contienda presidencial.
Aunque presuntamente se trató de una movilización no partidista y aunque el orador único, Lorenzo Córdova, no es militante de ningún partido y tuvo cuidado de no hacer alusiones a ninguna fuerza política específica, si se hubiera preguntado a los asistentes en todo el país, por quién van a votar el próximo 2 de junio, al menos el 90 por ciento o más le hubiera contestado que por la candidata del Frente Opositor, Xóchitl Gálvez.
En ese sentido, nuevamente se percibió que las convocatorias ciudadanas tienen una mayor capacidad de arrastre que las que realizan los propios partidos y ese será un músculo que va a aparecer el próximo 2 de junio.
Tras las dos movilizaciones previas realizadas por organizaciones ciudadanas, el gobierno respondió organizando otras concentraciones en el Zócalo que también resultaron muy numerosas. En esta tercera ocasión, no será la excepción. El 1 de marzo, Claudia Sheinbaum comenzará formalmente su campaña con una concentración en el Zócalo. Como la candidata que va al frente en las encuestas, necesita demostrar que tiene la capacidad de convocar al menos a la misma cantidad de personas que acudieron ayer, lo que no será sencillo.
Las marchas de este fin de semana, se realizaron en las principales ciudades del país. Son eventos esencialmente urbanos. En las diez principales metrópolis de México, hay una dominancia clara de la oposición.
Aunque en la CDMX gobierna Morena, en las elecciones de 2021, la oposición obtuvo más votos que el partido oficial. En Guadalajara gobierna Movimiento Ciudadano (MC). En Monterrey también gobierna MC. En Puebla y San Andrés Cholula, es el PAN quien gobierna. En Toluca es el PRI. En Tijuana finalmente encontramos una alcaldesa de Morena. En León es el PAN. No es casual que esa ciudad vaya a ser el punto de partida de la campaña de Xóchitl. En Querétaro, el alcalde también es del PAN. En Ciudad Juárez gobierna Morena y en Torreón, el PRI. Morena solo puede realizar concentraciones en esos lugares llevando militantes de otros puntos cercanos y de localidades más pequeñas.
Es usual que cuando se logra reunir a varios cientos de miles de personas, como ocurrió en el Zócalo de la CDMX y en otros puntos del país, se genere la impresión de que hay una gran mayoría en contra de Morena y del gobierno. No necesariamente es así. Es relevante la capacidad de movilizar, es decir, de lograr que las simpatías por una fuerza política o por un proyecto, se expresen en personas marchando o reunidas en las plazas públicas. Pero la batalla por las urnas es otra cosa muy diferente.
Imaginemos por un momento que hayan salido a expresarse dos millones de personas en todo el país. Esa cantidad significa el 2 por ciento de la lista nominal de electores. O si suponemos que el 60 por ciento de esa lista saldrá a votar, se trata del 3.4 por ciento del voto potencial. Así que hay que dimensionar correctamente lo que se consiguió.
Con marchas o sin ellas, la probabilidad de que pudieran ser aprobadas por mayoría calificada las reformas constitucionales en materia electoral o judicial, era muy baja, ya que todas las fuerzas políticas, Movimiento Ciudadano incluido, se han manifestado en contra. Pero, con las marchas de ayer, esa probabilidad se reduce aún más.
Más y más ciudadanos entienden que la eliminación de la representación proporcional significa un retorno a la concentración del poder, como el que tuvimos en los tiempos de la hegemonía del PRI.
El retorno del plan A de AMLO y Morena, se va a atorar en las Cámaras.
No le va a quedar otra que el plan C, que es tratar de conseguir mayorías calificadas en el Congreso en las elecciones de junio. Y, las marchas mostraron que eso tampoco va a ser nada sencillo.