Antonio Augusto González Cruz. Es Ingeniero Civil con 15 años de experiencia laboral.
Se adentra en el mundo de la plástica bajo la tutela del artista Enrique Sandoval y, actualmente, explora la técnica de la acuarela con el pintor Joel Díaz.
La literatura, es su pasión y como miembro del Taller de Escritura Creativa Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández, en Veracruz; ha publicado varios de sus cuentos en el periódico digital Siete Días de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
En su obra literaria, Tony no sólo refleja lo cotidiano o caricaturiza el mundo que le rodea. Defendiendo la crónica de lo maravillosa que puede resultar la realidad; es fiel seguidor del gran movimiento de escritores latinoamericanos que dio credibilidad a los aspectos mitológicos o espirituales de nuestra cultura.
Tocino y yo
“Be running up that road/ Be running up that hill/ Be running up that building…”
Tocino levanta las orejas y se dirige a la entrada moviendo la cola.
Alex abre la puerta, aún cantando. Trae una bolsa amarilla con comida para perros.
-Ven pequeño. ¡A comer! –dice. Le acaricia el hocico, toma de la mesa un platito, lo llena de croquetas y se retira al cuarto. Llevaba varias noches sin poder dormir. Quiere distraer la mente jugando en la laptop, pero su pierna brinca sin parar y el tic del párpado es constante. Desiste con un bufido y agarra la pastilla que había estado evitando. Respira profundo. ¿La habitación apestaba? Baja la mirada, incómodo y ve a Tocino acostado junto a él:
¡Pinche perro! Tragas, duermes y te pedorreas –piensa, mientras sacude la mano, intentando airar sus fosas nasales–. Yo, todo ansioso y tú sin preocuparte por nada. Ni porque llevabas tres días sin comer… Olvidé, por completo que existías… y ahora te atascas y expulsas esos pedos endemoniados. Algo has de tener podrido en el estómago. ¡De veras, no pueden seguir las cosas así! Me siento de la fregada y ya cuidarte es un problema más. Cualquier día te mueres de hambre. Tu cadáver va a apestar y, como siempre andas pedorreándote, yo ni cuenta me voy a dar.
Finalmente, el medicamento le hace efecto… Lo inquietan las pesadillas recurrentes y, en medio de la mejor, el salchicha comienza a ladrar. Del sobresalto, casi se cae de la silla y tira la computadora. -¿Dormí toda la noche? – pregunta en voz alta, luego de frotar sus ojos, cegado por la luz de la ventana.
Tocino mueve la cola con la correa en la boca: “Vamos a pasear. Tengo ganas de salir a cagar. Quiero olfatear, correr, mear por todos lados”.
Salen al pasillo y toman el elevador. Be running up that road/ Be running up that hill/ Be runnig u… Alex interrumpe repentinamente la canción y mira a su perro:
-¡Te vienes cagando cabrón! –dice, tapándose la nariz. Tocino le lanza un ladrido en respuesta:
… quiero llegar a la calle, jugar contigo. ¿Bajaste la pelota? Este cajón metálico tarda mucho y no aguanto más. ¿Cuánto falta? ¡Acaríciame la cabeza! Yo te quiero, lo sabes, ¿verdad? ¡No te enojes conmigo! Las croquetas me inflaman y, por más que aprieto el culo, salen esos gases horribles. ¡No es mi culpa! ¡Uy!, se me salió otro…
Ya en la planta baja, sale disparado jalando a su dueño que casi se vomita viéndolo cagar. “Tengo que ordenar mi vida y vivir. ¡Es ahora o nunca!” –piensa Alex, alarga la correa, la ata a un árbol y regresa al edificio:
¡Es lo mejor! Alguien te adoptará y terminarás olvidando que existo. ¿Cómo voy a cuidar a un animal si ni siquiera puedo cuidarme? ¡Estoy enfermo! Siempre nervioso y con telarañas en la cabeza, ¿cómo me voy a ocupar de ti?
… Pero al entrar al departamento, nadie se acerca a recibirte. Allí estaba el platito vacío y recuerdas que, en los momentos de depresión, Tocino jugueteaba con la pelota entre tus piernas o se tiraba un pedo repugnante, regresándote a la realidad.
¡¿Qué hice?!
A la sombra del árbol, donde lo dejaste; una chica, con su perrita, intenta animarlo.
-¡Es mi mascota!
La joven, asustada, deja caer el celular y se desconectan los audífonos.
Be running up that road/ Be running up that hill/ Be running up that building… –escuchas, sonríes y no lo puedes creer:
-Tocino, ¿te pedorreaste de nuevo?