EN LAS NUBES
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Disertan académicos sobre el magisterio, la melancolía y la vida amorosa de Amado Nervo.
Y qué mejor con lo platica de una experta, doña Norma Vázquez Alanís.
La coordinadora de este coloquio, editora y poeta Beatriz Saavedra, habló sobre El viaje de amor de Amado Nervo, ensayo del escritor Alfonso Reyes, en el cual asegura que el bardo era puro espíritu.
Nervo -dijo- fue una voz persuasiva en un México que forjaba su senda cultural.
Tras la partida de su amada inmóvil, la poesía de Nervo se volvió más etérea y religiosa.
En su madurez navegó en los mares profundos filosóficos y religiosos, y llegó a la simplificación del poema que siempre buscó.
Algo o mucho de nuestra historia:
Durante un coloquio con motivo del 150 aniversario natal de Amado Nervo, convocado por la Academia Nacional de Historia y Geografía, los catedráticos Alejandro Reyes Bravo, Eliff Lara Astorga y Carlos Martínez Platas hablaron de ‘Nervo maestro, un breve comentario’, ‘La melancolía en la poesía de Nervo’ y ‘El viaje de amor de Amado Nervo’, respectivamente.
Reyes Bravo expuso que Andrés Henestrosa habla de Nervo como un maestro rural. Como la educación en aquellos tiempos era muy poco documentada, no hay evidencia de que el poeta hubiera estado inscrito en una escuela oficial de Tepic, pero en los pueblos había señoras que enseñaban a leer y escribir a los niños con el Silabario de San Miguel, y además les daban lecciones de geografía y cosmografía. Y fue una de ellas, Manuela García, quien en su propia casa enseñó a Nervo sus primeras letras.
El sacerdote Antonio Plancarte y Dávalos, quien había estudiado en Inglaterra y seguía la educación lancasteriana, fue también maestro de Amado Nervo tanto en el colegio de San Luis Gonzaga, como en el seminario de Jacona, Michoacán, donde el tepiqueño se perfilaba como sacerdote.
En 1905 Nervo dio clases en la Escuela Nacional Preparatoria y, como amante de la literatura que era, recomendó las mejores lecturas a sus alumnos y fue un difusor de la obra de Sor Juana Inés de la Cruz, además de un gran maestro de diplomáticos gracias a sus experiencias en ese ámbito. También fue mentor de periodistas, con quienes compartió lo aprendido en El Correo de la Tarde, de Mazatlán; además, sembró en muchos la pasión por la poesía.
El poeta -dijo Reyes Bravo- tiene un significado especial para los mazatlecos porque aprendió en ese puerto el oficio de reportero y fue en esa ciudad donde bosquejó lo que sería su primer libro, Perlas negras.
En el tomo XIX de sus Obras completas (editadas por Alfonso Reyes), Nervo honró al magisterio con su novela corta Diálogos pitagóricos, dijo el conferencista, quien recordó un pensamiento del poeta: “México será grande cuando sus intelectuales, sus empresarios, sus políticos, sus economistas, tengan un alma de maestros y estén dispuestos a dar clases en las escuelas”.
Por su parte, el maestro en Letras Mexicanas por la UNAM y miembro de la Sociedad Promotora de Amado Nervo, Elif Lara Astorga, comentó que uno de los motivos poéticos más abordados por Nervo fue la melancolía, la cual era un estado de ánimo propicio para desarrollar de manera especial su actividad pues, según Aristóteles, hay melancólicos que por esa condición desarrollan mejor sus creaciones.
Dijo que Nervo abordó la melancolía desde un punto de vista humanista, basada en la teoría de los cuatro humores en boga en el tiempo que vivió.
Agregó que, en su libro Los jardines interiores, de 1905, Nervo habla de la forma de ser de los humanos comparada con la vegetación, es decir, utilizó la melancolía humanística. Y mostró ilustraciones de ese libro hechas por Julio Ruelas y Roberto Montenegro, que muestran hombres y mujeres melancólicos como una crítica implícita a la imagen del macho que prevalecía desde entonces y hasta muy avanzado el siglo XX.
Los dibujos y los poemas se contraponen a la lógica machista, porque muestran a la mujer dominando al hombre, con lo cual se invierten los papeles tradicionales; se trata de una clara crítica a los patrones patriarcales dominantes que promovió el sistema capitalista, sostuvo Lara Astorga y agregó que Nervo y Ruelas debatían mucho sobre el capitalismo y el humanismo, y que la melancolía en la obra del personaje tiene un sentido espiritual, pero también socioeconómico.
Nervo dedicó a Enrique C. Creel su obra Los jardines interiores porque este era secretario de Relaciones Exteriores cuando el poeta entró al servicio diplomático. Creel era un cacique en Chihuahua. Aunque Nervo se oponía a los excesos del capitalismo, vivía de él porque eran comunes los mecenazgos estatales para escritores y artistas, consideró el ponente.
Carlos Martínez Platas, educador deportivo con más de 15 libros en su haber, entre ellos Grandeza de la mujer mexicana, apuntó que el amor fue fiel compañero en el verso de Amado Nervo, quien no perdía oportunidad para elogiar a la mujer e imponía una nueva religión en nombre del amor.
Cuando con el alma rota se presentó con Rafael Reyes Spíndola -director de El Universal y El Imparcial sucesivamente- para decirle que iba a despedirse de él porque se iba a suicidar por su fracaso amoroso, el editor le dijo que en lugar de quitarse la vida se fuera de viaje a Europa. Las poesías escritas a la memoria de Ana Cecilia Luisa Dailliez, su amada inmóvil a quien conoció precisamente en Europa, son muy melancólicas y llenas de amor.
Detalló Martínez Platas que la vida amorosa de Nervo surgió con la mujer humilde y con las damas de sociedad; muchos nombres de mujeres estuvieron presentes en su vida y su primera novia se llamó Conchita Aguirre, Lola fue un amor doloroso y siguieron Ángela, Dora María, Mariquita… a la señorita Paredes de Mazatlán le escribió un poema en el libro Perlas negras y nunca menguó su ánimo por deshojar margaritas.
Aquel literato retrató a la mujer del porfiriato, a la viuda, la joven ansiosa por casarse, la mujer madura desilusionada; el amor lo acompañó a lo largo de su vida. La mujer que llegó en su madurez y que lo marcó de una manera definitiva fue Ana Cecilia. Para Martínez Platas, Amado Nervo ofrecía textos de lectura con tintes labiales porque era profundo conocedor del alma femenina.
Ya en sus últimos años, asaltó al poeta la preocupación religiosa, que se reflejó en su poesía de ese periodo, de manera que en sus cuentos y novelas exploró el amor celestial, concluyó el ponente.
La coordinadora de este coloquio, editora y poeta Beatriz Saavedra, habló sobre El viaje de amor de Amado Nervo, ensayo del escritor Alfonso Reyes, en el cual asegura que el bardo era puro espíritu. Nervo -dijo- fue una voz persuasiva en un México que forjaba su senda cultural. Tras la partida de su amada inmóvil, la poesía de Nervo se volvió más etérea y religiosa. En su madurez navegó en los mares profundos filosóficos y religiosos, y llegó a la simplificación del poema que siempre buscó.
El académico nayarita Manuel Cota recordó que a Tepic se le agregó el nombre “de Amado Nervo” y dijo que el poeta es universal, mientras que Alejandro Reyes comentó que en Mazatlán se trabaja en el estudio de los años de Amado Nervo como periodista.
craveloygalindo@gmail.com