Por: Atilio Peralta Merino
Existen tres juegos peculiares, uno de ellos es el del “espejo”, desarrollado con singular maestría por parte del matemático y literato británico Lewis Carroll en su novela “Alicia en el país de las maravillas”, y consiste en mostrar una situación en la que, cualquiera que participe se vea obligado a reflejarse a plenitud.
Existe a su vez el juego del “vaso”, en el que un utensilio de vidrio se quiebra en la esquina de un salón lleno de comensales, forzando la atención de estos al lugar del percance, en tanto que, a sus espaldas acontece una situación inesperada.
Finalmente, el juego del “dominó” que exige del participante, deducir constantemente con la mayor precisión posible el juego de su socio, así como el de sus contrapartes.
En días pasados, el director de una cadena nacional de periódicos, publicó una nota que indujo a todo un andamiaje institucional, a exhibir una debilidad supina que deriva de un mandato atípico en el que el gobernante fue electo para un plazo menor al de la legislatura y los cabildos que le había precedido; gobernante que habría de contar con el respaldo de un agente de enorme fuerza, destinado a dirigir la vida del país, hasta que convino que el liderazgo opositor recayera en otras manos.
Un hombre, por demás interesante, especialista en la difusión de la ciencia y la tecnología de origen japonés y relacionado con Corea del Sur, dirige una cadena de medios de comunicación hoy en decadencia, pero cuyo fundador inspiró la trama de la novela de Carlos Fuentes “La Muerte de Artemio Cruz”.
No deja de ser interesante, que se juegue con inusual maestría “el juego del espejo” auxiliado de los otros dos juegos referidos, los cuales, dicho sea de paso, formaban parte del “manual de capacitación” implementado por Allen Dulles, y curios también, que se juegue a pocas horas del arribo de Joe Biden a México, acaso como continuación del descarrilamiento de la ministra Esquivel. Queda de tarea.