Jorge Marcelino Alejo
Si el Movimiento Poblano de la 4ª Transformación rechazó el Programa de Verificación Vehicular, al calificarlo de imposición con fines recaudatorios que afectan la economía de trabajadores del campo y de la ciudad, suena extraño que la Confederación de Trabajadores de México -CTM Puebla- le abra los brazos y la acepte de buena gana.
Por supuesto que tanto la representación Morenista como la central obrera, tienen sus razones.
Jorge Méndez de la 4ª Transformación, la rechaza porque alega que la verificación NO pretende cuidar el medio ambiente. Si eso fuera, atendería las aguas negras y la disposición de la basura; Leobardo Soto de la CTM por su parte, señala que NO la rechaza porque apoya el combate a la emisión de contaminantes al medio ambiente.
Lo inesperado viene cuando Leobardo demanda que se cobre exclusivamente la verificación vehicular, y que no se junte al costo otras contribuciones atrasadas o vigentes, tanto para el transporte público como para automóviles. Es decir, que NO se sume el costo de la verificación, la renovación de la concesión, foto multas, control vehicular y los recargos que cada una genere.
Ciertamente la suma total es un golpe directo a las economías familiares de transportistas y trabajadores.
Aquí nos permitimos subrayar, que para fortuna de ambos no todo está perdido en la CTM.
Se advierte un pequeño rayo de luz, de que a Leobardo Soto le queda algo de la vieja escuela de esa central obrera, especialmente en defensa y protección de los ingresos de la clase trabajadora, cuyas familias reclaman mínimo la canasta básica.
En ese sentido la CTM debió rechazar la verificación vehicular, como lo hacen otros organismos, pero su defensa aunque sea irrisoria, le ayuda a los trabajadores en tiempos de alta inflación, y esa acción, es una señal de que podría resurgir aquella vieja escuela que le dio auge a la CTM.
Cabe anotar que esa escuela declinó cuando sus líderes se eternizaron en la dirigencia de la central obrera, y aún más, cuando se dedicaron de tiempo completo a buscar puestos de elección popular, y dejaron de lado la defensa y protección de la clase trabajadora.
Por todo ello, Leobardo Soto tiene que luchar ahora para conseguir respuestas positivas a su demanda, y más porque acepta la verificación, pero sobre todo, porque debe evitar el golpe a la economía familiar de la clase trabajadora, que aun con bajos ingresos todavía soporta el peso de la carestía en el principio de año.
Si es patente ese gesto solidario con la fuerza laboral, se le infundirá mayor confianza en su desempeño en la diversidad de empresas poblanas, pero también, sería la oportunidad para que la CTM recupere espacios perdidos.
M E M O R A N D U M
DORADA
Nos deja de una pieza el dato del Subsecretario de Hacienda Gabriel Yorio. Dice que en 2022 la burocracia mexicana costó un billón 421,731 millones de pesos. En el renglón de Servicios Personales justifica para operación del sector público, el incremento del personal relacionado en salud y seguridad pública.
Según las cuentas, el pago a los burócratas se llevó el 19 % del gasto neto del sector público, que ascendió a 7.56 billones de pesos.
Desde el año 2,000 el pago a la burocracia ya excedía el billón de pesos anuales. Va en ascenso e incluso en el 2015 rebasó el billón y medio de pesos.
Sin escudriñar sueldos que devengan funcionarios públicos, que son fabulosos porque se les tilda de pertenecer a la burocracia dorada, por qué en los últimos 20 años no pueden quitarse el calificativo de “la tortuga burocrática”, que se ganaron por la lentitud con que atienden la cosa pública.
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