Abdala, ¿el caballo negro?

Victor de Regil

 

Se trata de una realidad, todas las encuestas coinciden: Puebla es uno de los diez estados del país donde Andrés Manuel López Obrador registra mayores niveles de aprobación ciudadana.

Aquí, el presidente de México no sólo es querido por su personalidad y por lo que representa como el estandarte de la denominada Cuarta Transformación, sino sus programas sociales y políticas públicas son avalados por la mayoría de la población.

En días pasados, el Buró de Estrategias y Análisis del Poder  (BEAP) reporta que, en Puebla, más del 73% de los ciudadanos aprueba a AMLO y alcanza una calificación promedio superior de 8 (en una escala del 0 al 10).

El Centro de Estudios Consultivos señala que el 74% lo aprueba: 40% lo aprueba mucho y 34% lo aprueba poco, pero lo aprueba.

De igual forma, Enkoll, otra casa encuestadora, aseguró que el 80% de los poblanos aprueba al mandatario federal. Son números verdaderamente relevantes para un presidente mexicano en su último tramo de gobierno.

Por supuesto que hay una franja poblacional que lo crítica, que lo detesta, que considera que es lo peor que le ha podido pasar a México en su historia reciente y que obviamente lo desaprueba. Pero dicha franja palidece ante la cantidad de poblanos que piensa exactamente al revés.

Lo cierto es que, en nuestro estado, López Obrador está muy bien evaluado por sus gobernados.

Pero ello no es casualidad: en parte, tales números tienen que ver con el trabajo callado, pero eficiente, que desde hace mucho tiempo ha venido realizando Rodrigo Abdala Dartigues por todo Puebla.

El delegado de Bienestar, uno de los más fuertes aspirantes a la candidatura de Morena al gobierno del estado, ha logrado aterrizar en tiempo y forma todos y cada uno de los programas sociales del gobierno federal y, en consecuencia, aumentado la base de apoyo del presidente, lo que será determinante en las elecciones de 2024.

A diferencia de otras entidades, donde la burocracia dorada dificulta el flujo de dichos programas insignia de la 4T, aquí en Puebla la labor “hormiga” de Abdala sí se ha visto reflejada en los resultados.

Hoy, por ejemplo, son 755 mil 534 los estudiantes poblanos de educación básica, media superior y superior de escuelas públicas que reciben la beca “Benito Juárez”, un pago bimestral de 5 mil 150 pesos que ayuda a abatir el rezago en alumnos en condiciones de pobreza y vulnerabilidad social.

Otro ejemplo: En lo que va del ejercicio fiscal 2023, los derechohabientes del programa de Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores ascienden a 528 mil 101 beneficiarios que, cada dos meses, disponen de forma directa, sencilla y segura de 4 mil 800 pesos cada uno. Este apoyo, por cierto, aumentará a 6 mil pesos a partir de 2024.

Y así en otros programas como “La Escuela es Nuestra”, “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Pensión para Personas con Discapacidad”.

A la fecha, un millón 390 mil personas en el estado de Puebla son beneficiarias de al menos uno de los programas sociales del gobierno federal.

Hace unos días se dio a conocer que 80 mil poblanos salieron de la pobreza extrema (la cifra pasó de 12.7% a 11.4%) y que más de 509 mil personas en el estado dejaron de ser pobres (la población en esa condición se redujo de 62.4% a 54%), según el CONEVAL.

 

Sí, la alta aprobación de López Obrador obedece a múltiples razones y factores, casi todos mérito suyo, pero también se explica a partir del trabajo eficaz que se hace en Puebla con los programas de Bienestar.

Un trabajo que, además, el delegado tuvo que hacer con todo en contra durante buena parte del actual sexenio, pues Miguel Barbosa Huerta no lo quería: lo detestaba por chismes, malos entendidos y odios inexplicables-.

Actualmente, con Sergio Salomón Céspedes Peregrina, la situación no sólo cambió 180 grados, sino que la coordinación entre ambos órdenes de gobierno es evidente y se refleja en que los programas llegan a más población, misma población que en todas las encuestas califica positivamente al Presidente de México.

Quizá Rodrigo Abdala no es tan mediático ni tan estridente como otros aspirantes a la candidatura de Morena; tampoco ha querido inundar el espacio público con cientos de anuncios espectaculares como Ignacio Mier, Alejandro Armenta o Julio Huerta; sin embargo, su mejor aval no es, como dicen, su tío Manuel Bartlett, el influyente ex gobernador poblano y actual director de la CFE; que es fundador de Morena, o la excelente relación que sin duda tiene con el mismísimo Andrés Manuel López Obrador.