Carlos Ravelo Galindo, afirma:
La temporada de ciclones tropicales se adelantó en México. Tal y como lo hizo, con éxito, quien llegó para limpiar al país.
El Sistema Meteorológico Nacional (SMN) alertó sobre el desarrollo de la tormenta tropical Andrés, seis días antes de lo previsto. Seguramente llenará presas y acabará con la sequía.
Esto nos recuerda al torbellino que desde junio de 2018 comenzó a enderezar a México. Al hombre que sigue con su 4T contra la corrupción, la podredumbre, la pudrición sin descanso.
Al hombre vituperado por sus opositores y que sigue firme.
Vaya a quien el pueblo eligió para sacarlo de la pobreza. Ya que faltan aún tres años para cumplir con su encargo constitucional.
Enfrenta también, como todo mandatario del mundo el embate de la pandemia. Pero ahí va sin evadirlo. Firme en su mandato.
El inicio del periodo ciclónico 2021 estaba previsto para el 15 de mayo.
Pero las autoridades identificaron ayer la primera tormenta tropical en las costas de Michoacán, lo que provocó lluvias intensas en esa entidad y en Guanajuato, así como lluvias fuertes en Colima y Jalisco.
Andrés, que así llaman al primer tifón de año, incrementará la probabilidad de precipitaciones en el occidente, centro y sur del país, agregó la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
La formación de este fenómeno el 9 de mayo de 2021 superó al registro que se tenía en 2017, cuando la primera tormenta tropical de ese año, denominada Adrián, se desarrolló el 10 de mayo.
Nos previene el gobierno que la temporada de huracanes llega al país seis días antes de lo previsto.
Conagua admite que ayer llorábamos por falta de agua. Y, ya en pleno período, que el Señor nos agarre confesados. Con gabardina, sombrero y paraguas.
Limpiemos alcantarilla y despejemos arroyos.
Y en casa amén de aseo saquemos cubetas para almacenarla.
Buenos consejos. Creemos. Ojalá y los utilicen también las autoridades.
Desde los mexicas y antes siempre ha llovido. Sobre mojado.
Así, acreditaban los saberes científicos de los mexicas, y los explica, los fundamenta don José Antonio Aspiros Villagómez.
Técnico también en la materia.
Con el hallazgo de Coatlicue y la Piedra del Sol en 1790 se inicia la recuperación del pasado prehispánico, se abre una tradición de guardar objetos antiguos, de mostrarlos al público y de interpretarlos.
En ese momento nace la arqueología en México, dijo el arqueólogo Felipe Solís al inaugurar en 1990 el ciclo de conferencias con motivo del bicentenario de aquellos sucesos.
Aseguró que son los monolitos más importantes del Museo Nacional de Antropología, porque representan y sintetizan el pasado indígena, el alma indígena de nuestra cultura mexicana.
Ambas piezas, señaló, no llegaron a ser destruidas ni mutiladas, gracias a que en ese tiempo gobernaba un ilustrado, el virrey Conde de Revillagigedo, a diferencia de lo que hacían los curas de la época, que celosos de su fe cristiana destruían o enterraban toda evidencia de la cultura indígena.
Coatlicue fue llevada, por orden del propio virrey, a la Universidad Real y Pontificia (en el sitio que está ahora parte del edificio de la Suprema Corte de Justicia) donde estuvo enterrada. En ese lugar, y con esa pieza, según los datos de Felipe Solís, se estableció el primer museo del país (entonces Nueva España) mientras que la Piedra del Sol fue empotrada en una de las torres de la catedral metropolitana, debido a la admiración que causó el monolito.
Los dos hallazgos fueron los primeros en ser estudiados aquí con una mentalidad arqueológica, por el inquieto y polifacético Antonio León y Gama, quien en 1792 publicó su Descripción histórica y cronológica de las dos piedras, un trabajo erudito en cuyo ‘Discurso preliminar’ dice, respecto a la Piedra del Sol:
“Por estar expuesta al público, y sin custodia alguna, no se pudo preservar de que la gente rústica y pueril la desperfeccionase, y maltratase con piedras y otros instrumentos varias de sus figuras, á más de las que padecieron al tiempo de levantarla; por lo que antes de que la maltrataran más, ó que se le diese otro destino, como ya se pensaba, hize sacar, á mi vista, copia exacta de ella, para mantenerla en mi poder, como un monumento original de la Antigüedad, y formé solamente unos apuntes de lo que significaban sus labores”.
En esta Piedra del Sol “se manifiestan varias partes de las ciencias matemáticas, que supieron con perfección. Su volumen y peso da muestras de la Mecánica y Maquinaria, sin cuyos principios fundamentales no podrían cortarla y conducirla (…) Por la perfección con que están formados los círculos, por el paralelismo que guardan éstos entre sí; por la exacta división de sus partes; por la dirección de las líneas rectas al centro; y por otras circunstancias que no son comunes a los que ignoran la Geometría, se conocen las claras luces que de esta ciencia tuvieron los mexicanos. De la Astronomía y Cronología, los mismos usos que hacían de esta piedra (…) darán a conocer cual familiares era entre ellos las observaciones del Sol y las estrellas…”.
Tan destacado monolito, posiblemente la pieza arqueológica mexicana más conocida en el mundo, se exhibe en el sitio de honor del museo más importante del país y, acerca de él, versó la segunda parte de la conversación con el antropólogo Eduardo Matos Moctezuma, director del Museo del Templo Mayor, que publicamos en el número de enero-febrero de 1991 de la revista En Todamérica:
Cuál es la denominación correcta de la Piedra del Sol: ésta, Calendario Azteca o cuál.
El término que se utiliza es el de Piedra del Sol. Porque el término Calendario Azteca da la impresión de que efectivamente está funcionando como si fuera un calendario y no es tal. Entonces, quizás sería más adecuado denominarla Piedra del Sol.
¿La figura que está en el Museo Nacional de Antropología es la original? Porque León y Gama dice que él hizo una copia.
-Sí, pero es una copia grabada, no copia esculpida.
¿No hay duda entonces?
-No, no, hombre, por favor. La menor.
¿Y esta figura es única o hay otra equivalente?
-En qué sentido. ¿Cómo equivalente?
-Digamos, en lo que representa la Piedra del Sol, el significado que tiene. ¿Lo posee alguna otra figura o códice?
-Hay otras piezas que más o menos guardan similitud, pero les faltarían ciertos elementos que sí tiene la Piedra del Sol.
Por ejemplo, los llamados Temalacatl, de los cuales apareció uno hace un año y medio o dos años aquí, debajo del edificio del Ex Arzobispado, en la calle de Moneda, por ejemplo; o la Piedra de Tizoc.
Son dos piedras también, dos esculturas circulares que representan al Sol, tienen rayos solares, pero cuya función claramente se puede interpretar como una escultura dedicada a triunfos de gobernantes aztecas y que servía a la vez como piedra del sacrificio llamado gladiatorio, o sea que peleaba un guerrero enemigo contra capitanes mexicas.
Entonces, desde esa perspectiva, en el caso de la Piedra de Tizoc y la última encontrada en el Ex Arzobispado, tienen esa función específica.
La Piedra del Sol en realidad no tiene elementos más que el solar; algunos de los rayos que también aparecen en las otras, pero son, digamos, para función diferente.
¿Y cuál es esa función, cuál es el significado actual, el mensaje o el contenido de la Piedra del Sol?
-Parece ser que este tipo de escultura fue para las conmemoraciones, los agrandamientos del Templo Mayor mismo.
¿Entonces pertenecía también al Templo Mayor?
-No hay un dato fidedigno que nos diga exactamente su lugar; pudo haber formado parte del llamado Templo del Sol, que era otro de los edificios que se encontraban en el recinto ceremonial.
¿Y su hallazgo dónde tuvo lugar?
-Muy cerca de la otra también, en esa misma esquina, a muy pocos metros de la otra figura (Coatlicue).
¿Entonces hay una vinculación muy estrecha entre el Templo Mayor y esas dos figuras?
-Yo creo que sí.
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