Una crisis de salud mental y bienestar socioemocional acompaña a pandemia de COVID, dijo la Dra. Cimenna Chao, académica de la IBERO
Para recuperar el entusiasmo por el aprendizaje, en el regreso a clases va a ser necesario enseñar y aprender desde y sobre las emociones, porque en algunos casos, el distanciamiento, la pérdida de contacto, los medios y pedagogías utilizadas para dar continuidad a la escolarización, generaron un estado de aburrimiento y de desmotivación en las y los estudiantes, consideró la Dra. Cimenna Chao Rebolledo, académica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Si se hiciera una síntesis de lo que ha pasado a lo largo de este periodo de educación en contingencia, dijo, se encontraría que en la mayoría de los casos el factor socioemocional es el pilar que sostiene la vida académica, la vida como comunidad que aprende y que se encuentra en la escuela; es el recurso para la construcción de esperanza, “que nos hace engancharnos con los aprendizajes, pero que también nos permite encontrar resiliencia, oportunidades y aprender incluso ante la dificultad”.
Lo anterior fue mencionado por Chao, coordinadora de la Especialidad en Educación Socioemocional, al comentar lo que en lo psicológico ha develado la investigación Educar en contingencia, de lo que dio cuenta en el panel La agenda educativa: escuela y la formación docente, que formó parte de Elecciones intermedias 2021: la agenda pendiente en materia educativa, tercera conferencia del ciclo Encuentro y reflexión. Elecciones 2021, organizado por la IBERO.
A diferencia de la gripe porcina, que terminó pronto, la docente del Departamento de Educación distinguió que la pandemia de COVID-19 lleva ya un año y ha ocasionado confinamiento, distanciamiento social y un llevar a la educación a la distancia; un desmembramiento de lo que eran las formas de convivir, de socializar y de aprender.
Además, esta crisis de salud y contingencia sanitaria es acompañada por una crisis de salud mental y de bienestar socioemocional. Por ejemplo, entre las y los alumnos, los más afectados, quienes se encuentran en una situación de atención prioritaria en términos de su bienestar socioemocional, son los jóvenes de educación secundaria, media superior y superior, quienes también, históricamente, están en peligro de incurrir en riesgos conductuales.
Eso no exime a las y los profesores de haber experimentado, y que sigan experimentando en esta pandemia, vivencias socioemocionales aflictivas. Si bien la mayoría ha buscado mantener una actitud positiva, resiliente, “no podemos echar en saco roto la gran proporción de docentes tanto en el ámbito de la educación básica, como en el ámbito de la educación superior, que han padecido los embates del distanciamiento social y del confinamiento, de la necesidad de cambiar los hábitos del trabajo”.
De tal suerte que el estrés, la ansiedad, la tristeza, son estados emocionales que han sido prevalecientes y que han cobrado también sus efectos en la salud física de los maestros/as. Esto lleva inmediatamente a pensar que es necesario emprender acciones de cuidado de la salud de las y los docentes, mencionó la profesora de la IBERO, universidad jesuita de la Ciudad de México.
Los y las estudiantes, particularmente adolescentes y jóvenes, han pasado y están pasando por una situación dolorosa y aflictiva causada por el alejamiento de su vida social, el extrañamiento de su vida educativa y escolar, la incertidumbre, el miedo al contagio y algunos por la pérdida del bienestar económico en casa. Esto genera tristeza y preocupación constantes e incluso pérdida de sueño, que afectan el rendimiento escolar. No obstante, los jóvenes “han puesto la vista en lo importante”, al empezar a mirar y a revalorar sus vidas y la convivencia familiar.
Las niñas y niños de primaria también han tenido sus momentos de aflicción, aunque en menor medida. No obstante, no será cosa menor que cuando puedan regresar a las aulas puedan encontrarse con “un ambiente que acoja esas emociones y a sus estados de aflicción que se han vivido al interior de las familias; esos estados de preocupación, de intranquilidad, que probablemente han generado tristeza”.