Jorge Marcelino Alejo
La desgracia que viven familias en diversos estados del país –donde a Puebla le duelen municipios de la Sierra Norte- obliga a una seria reflexión entre Gobiernos, Organismos Privados, Profesionales, Clero, Universidades y Ciudadanía.
De ella tendrán que desprenderse, acciones preventivas para los desastres en la temporada pluvial, sobre todo por el luto, dolor, desolación y pérdida de patrimonios y medios para vivir. La prioridad de la prevención es y será siempre salvar vidas humanas.
En cada ciclo de lluvias, ahí están inundaciones, derrumbes de cerros y desbordamiento de ríos que arrasan pueblos. Por ello tenemos algunas sugerencias que parecerían una quimera, pero seguro disminuirán la intensidad y contratiempos de las emergencias que se prestan, además de que las familias damnificadas tendrían más ayuda inmediata.
Fue impresionante una escena televisada, donde un hombre teniendo atrás a su pueblo inundado, decía que él y su familia se protegieron yéndose a otra casa antes del desastre. Ayudaría entonces que los albergues se alistaran en sitios del menor riesgo al menos con un mes de antelación. Serían ocupados mucho antes de los torrenciales.
En el otro punto, si es preciso elevar a Secretaria de Estado al Sistema Estatal de Protección Civil, que así sea. Igual como se transforman Dependencias y Organismos Públicos para que cumplan mejor su cometido. Ya como Secretaria que trabaje con denuedo en prevención y atención de secuelas que dejan las catástrofes. Protección Civil tiene la experiencia y personal capacitado, aunque le faltaría más y mejor equipo.
Otra sugerencia es que como surgió una “industria de protección”, en respuesta a la inseguridad pública que vive el país, también se tenga una “industria para prevenir desastres”.
En la primera industria decenas de empresas incrementan ventas en cerraduras, candados y cerrojos de sorprendente tecnología; cambio de puertas, ventanas, rejas, portones y colocación de cercas eléctricas y con alambre de púas. Instalan cámaras de vigilancia, alarmas, circuitos cerrados de televisión y abundan empresas con servicio de guardias de seguridad privada.
Por qué no en torno a catástrofes sean pluviales, sismos, tsunamis u otras calamidades, que sea accesible la adquisición de elementos, herramientas u artefactos que ayuden a salvar vidas. Ese rescatista que nadó en las caudalosas aguas, y que gritaba en casas inundadas si había alguien ahí, pudo hacer más si acudiera en canoa o bote de motor.
La fuerza de la naturaleza es de tal magnitud, que el daño a la humanidad es de inusitadas proporciones. Deja huella en los países y en generaciones de seres humanos, pero sí en México convivimos con terremotos, si estamos prevenidos, también podemos hacerlo con otros desastres.
Y si se salvan vidas humanas, el esfuerzo valdrá la pena.
M E M O R A N D U M
78 %
En estimaciones del Observatorio de Trabajo Digno, en el primer trimestre del 2022 había 2 millones 200 mil trabajadores en Puebla sin seguridad social. Para el mismo tiempo pero de este año 2025, la cifra aumentó en 100 mil más. Los renglones donde más se deja sentir esta situación que lacera a la clase laboral, son el agropecuario, construcción, hoteles y restaurantes.
Todavía no se tienen políticas claras, para que las empresas se apoyen en la creación del empleo formal, mejor pagado, y por supuesto, que los trabajadores cuenten con seguridad social junto con sus familias.
La cifra, ahora de 2 millones 300 mil trabajadores sin seguro social, representa el 78 % de la población ocupada en la entidad.
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