José Román Valenzuela Vázquez. Cuando se cerró su mirada

José Román Valenzuela Vázquez. Desde su infancia, la música ha sido su refugio. Su padre le enseñó a tocar la guitarra a los 7 años, y desde entonces, las cuerdas han sido su confidente más fiel. Durante la escuela, se sumergió en actividades artísticas, y en el Tecnológico de Veracruz, aprendió aún más sobre armonía y composición.

La necesidad de expresarse le llevó a crear canciones y, más recientemente, a escribir reflexiones, poesía y prosa. No pretende enseñar, pero como dijo Sócrates: “No puedo enseñar nada a nadie. Sólo puedo hacerles pensar”. Así que aquí está, componiendo su propia sinfonía de vida y esperando inspirar a otros a encontrar su melodía interior.

 

Cuando se cerró su mirada

 

Para mi padre,

en la memoria de un abrazo eterno

 

En la penumbra blanca de aquel cuarto frío,

donde la esperanza ya no tenía abrigo,

te sostuve papá, como sostuve mi alma,

con los brazos temblando, con la fe por espada.

 

Tus ojos gritaban lo que el cuerpo callaba,

y yo pedía al cielo que el dolor se acabara.

Los hombres negaban, pero yo no me fui,

me quedé a tu lado, hasta el último latir.

 

No dije: “te amo”, y eso me pesa,

como pesa el silencio cuando el alma reza.

Pero te abracé con todo lo que soy,

y en ese abrazo papá, te dije: aquí estoy.

 

Tu rostro se volvió hacia otro rincón,

como si buscaras la puerta del perdón.

Y yo, sin palabras, con el pecho quebrado,

te vi partir… sin haberte hablado.

 

 

 

Quise decirte que eras mi sentir,

que tu dolor fue también mi cicatriz.

el tiempo cruel no me dio voz,

solo lágrimas y un “te amo” veloz.

Hoy le pido a Jehová, que todo lo ve,

que te diga en su tiempo lo que no alcancé:

que estuve contigo, que no te solté,

que mi amor por ti no se fue con tu piel.

Que, si en su misericordia te vuelve a levantar,

y yo no estoy ahí para poderte abrazar,

que te susurre al oído lo que no te conté:

que fuiste mi fuerza, mi fe, mi porqué.

Que te diga que no fuiste solo un cuerpo en dolor,

sino un padre valiente, que hasta el final dio amor.

Que tu partida fue injusta, sin consuelo ni paz,

pero que tu recuerdo en mí nunca se irá.

Y si yo no resucito, por lo que fallé,

que Jehová te muestre lo que yo callé.

Que en mi alma hay ternura,

hay arrepentimiento,

y que mi amor por ti no tiene tiempo.

Papá

si alguna vez sueñas en la eternidad,

que sea con mi abrazo

con mi lealtad.

Y aunque no esté contigo

en el nuevo amanecer,

que sepas que estuve…

hasta el último ayer.

 

 

Román Valenzuela

21 de septiembre 2025.