El sol de la noche
Cuando escribí en pedazos de la nada recuerdos del futuro,
escuché los sonidos del silencio.
¿Por qué no observar el todo de la nada?
¿Sacar llamas de agua espiritual?
Pensé en vivir bien la muerte futura.
Si eres noche, ¿por qué tu luz derramas?
Viejo inerte que acabas de nacer,
dame la vida, muerte querida,
que estoy muriendo con la tristeza reflejada en una alegre sonrisa.
Bendito seas, dios del sol, por las tinieblas que nos mandas.
Escucha el melódico canto de este mundo
y di a los sordos y cojos que vengan corriendo
a oír al profeta que viene de las llamas heladas repletas de calor.
Aconseja a los pobres que gastan sus riquezas,
no en cosas meditadas por la ambición, sino en luz del sol.
Comprad alegría en el mercado de la sabiduría,
regatead en la compra de optimismo,
comprad una parcela en el cosmos infinito de la vida.
Unamos, pues, nuestras fuerzas, hermanos,
y juntos sembremos árboles cuyos frutos sepan a alegría.
Apagaremos las llamas del infierno;
juntos arrancaremos el todo que tiene la nada
y sabremos esperar la noche para ver el sol de primavera
que se derrama sobre nosotros como si fuera nieve.
Haremos de la vida un domingo de marzo,
alumbrado por el ruido que produce el silencio.