Ingrid Carla Giorgana Loaeza. Imaginando secretos

Ingrid Carla Giorgana Loaeza (Veracruz, México, 1961). Licenciada en Psicología Clínica, con Diplomado en Tanatología. Ha tomado diversos talleres como el de Inteligencia Emocional y Tests Proyectivos, en la Ibero, CDMX.

Durante 5 años trabajó en una clínica de infertilidad y embarazo de alto riesgo, como terapeuta de las parejas que no podían tener hijos. Y también tuvo su espacio en la radio, como invitada por 5 años, hablando sobre meditación y espiritualidad. Desde aquellos programas nació el #RespiraLaVida y, del 2012 a la fecha, escribe diario una frase propositiva —que invita a la reflexión— en sus diferentes redes sociales (Facebook, X (antes twitter) e Instagram), con el usuario psicóloga Ingrid.

Ingrid es madre y abuela. Dedica gran parte de su tiempo al ejercicio, la lectura y el baile. Actualmente incursiona en la narrativa bajo la guía del maestro Miguel Barroso Hernández, participando del Taller de Escritura Creativa Miró.

 

Imaginando secretos

 

Entro a la cabina y mi asiento está junto al pasillo en la fila 17. Voy a una ciudad que no conozco y me pregunto si será igual de desconocida para quienes viajan en el mismo avión.

Los observo. Caminan buscando su lugar, conversan entre sí y muchos guardan cautelosamente el equipaje, como si sospecharan de algún pasajero perverso que les pudiera robar sus pertenencias. De repente, me detengo en una señora que avanza muy nerviosa. Trae los ojos llorosos y no sé por qué, o de dónde, creo que la conozco. La sigo con la mirada y se sienta en mi fila, del otro lado del pasillo.

El sobrecargo da la bienvenida y mientras recita las instrucciones para el viaje, la señora abre su bolso y saca un papel. Lee y par de lágrimas le mojan las mejillas. Se trata del recorte de un periódico y curiosa levanto la cabeza y alcanzo a ver parte del encabezado de la noticia: “MUERE ASESINADO…”, pero ella se voltea y desvío la mirada con cierta vergüenza.

El avión comienza a moverse y, escarbando en la mente, la recuerdo. ¡Sé quién es! Trabaja en el banco al que asisto cada semana.

Recargo mi cabeza para tratar de descansar y mis pensamientos vuelan. ¿Quién fue la víctima? ¿Era pariente de la señora? ¿Acaso, ella lo mató? ¿Y si está huyendo? ¿Puedo, yo, hacer algo? ¿Y si intenta secuestrar el avión para no ser atrapada?

En el banco siempre la vi con prisa y hasta irascible.  Me provocaba una sensación nada buena. ¿Qué motivo habrá tenido para hacer lo que hizo? Seguro su infancia estuvo llena de altibajos. El papá la maltrataba y la madre, sumisa, jamás la defendió. ¡Sufría! Tuvo que trabajar desde pequeña para mantenerse y ayudar a pagar las escuelas de sus hermanos. Se casó muy joven, con un hombre que la lastimaba tanto como lo hiciera el padre; un hombre alcohólico que la obligaba a trabajar para cubrir los gastos de la casa. Entonces, un día: se cansó de él y decidió hacer lo que hizo…

El avión llega a tierra y con el impacto abro los ojos. La mujer misteriosa ha desaparecido y, en su asiento, un joven me sonríe y dice:

—¡Vaya manera de dormir! No sintió ni la turbulencia.