Guillermo Valdivieso Zucolotto. Apasionado

 

 

Guillermo Valdivieso Zucolotto. Ingeniero Civil. Trabajó 33 años en la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde. Ha tomado cursos/talleres de pintura, canto y guitarra. Actualmente, libera su capacidad creativa en el taller de Técnicas Narrativas Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández.

 

Apasionado

 

Soy Bill «Zoom» Varelo y, desde que tengo uso de razón, me apasiona la fotografía. Recuerdo que mi primer aparato fotográfico fue una caja de zapatos a la que adapté una lupa del abuelo y varias tapas de botellas, simulando botones. Metía la cabeza y las manos, prendía y apagaba una linterna y… “¡zas!”: le entregaba al cliente, un dibujo que hacía a toda velocidad.

Al cumplir 12 años, recibí de papá el mejor regalo de mi vida. Era una cámara semiprofesional y, desde ese momento, sin descuidar mis estudios, comencé a incursionar en el maravilloso arte de la fotografía. A los18, me enrolé en el ejército y siempre iba a la vanguardia llevando los arreos militares y la cámara profesional con un potente lente zoom (de ahí mi apodo). Con ella tomaba puntuales instantáneas que mis superiores enviaban a la inteligencia de la armada y servían para afinar estrategias contra el enemigo. De entre todos los escuadrones, yo era el único sargento con capacidades fotográficas.

Recuerdo que, en un intento por pacificar la Franja de Gaza, se pidió una tregua para que en la ciudad de Al Qarara se llevara a cabo un concurso de belleza. Los espectadores eran militares de ambos bandos que, abandonando el campo de batalla, se reunían para el inusual evento. Yo fui el fotógrafo oficial de aquel certamen que, por primera vez en la historia belicista del mundo, juntaba a contrincantes en son de paz.

Pero no fue la belleza de las chicas concursantes, reflejada en mis fotografías, lo que contribuyó a que me otorgaran, ese año, el premio «World Press Photo». Lo impactante y representativo fueron las tomas de la guerra: el sufrimiento en los rostros, el paisaje tras las bombas; el dolor y la barbarie.

Varias agencias imprimieron mis fotos en sus revistas y gran parte del dinero que obtuve lo he donado a fundaciones de rehabilitación de personas con capacidades diferentes. Yo mismo, el día en que fui reconocido por mis aportes fotográficos, producto de un suceso en plena batalla: recibí orgulloso el honorífico reconocimiento, en mi silla de ruedas.

«Luchen por sus sueños»: les digo, sonrío y continúo explorando qué tanto me depara el futuro con mi inseparable zoom fotográfico.