Elián Thomas Rementería. La pluma mágica

Elián Thomas Rementería. Es el más joven en el Taller de Escritura Creativa Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández, en Veracruz. El talento narrativo, de este niño de 11 años, sorprende por la facilidad con que construye y recrea sus historias.

Elián cursa 4.º año de primaria en el colegio Green Oaks y ama leer. También es feliz jugando pádel o practicando fútbol. Con disciplina y el apoyo incondicional de su familia, explora el mundo del arte, a través de la literatura, para tener mucho más claro el futuro de sus sueños.

 

La pluma mágica

 

Este es el cuento de un niño llamado Pepe…

Pepe era pelón, porque le encantaba el chocolate y de tanto comerlo se quedó sin cabello. Como imaginarán, también era gordito y se podía quedar todo el día, frente a la tele, viendo películas de súper héroes.

Comenzando el tercer grado, necesitaba útiles escolares, así que fue a conseguirlos junto a su mamá. En la tienda, Pepe encontró una pluma de Spiderman e insistió mucho para que se la compraran. ¡Estaba feliz con su pluma nueva!

Ya en la escuela, aburrido durante la clase de matemáticas, se puso a dibujar a una niña que le caía mal. La dibujó vomitando y reía en silencio por su ocurrencia. Entonces, vio que la niña empezó a vomitar y, más allá de asustarse, le pareció una rara coincidencia. Su colegio estaba repleto de manzanos y decidió dibujar manzanas cayendo de los árboles. Al salir al recreo vio que todas las manzanas, de los manzanos del patio, caían como lluvia. En ese momento, supo que su pluma era mágica.

Al regresar de la escuela, se sentó en la mesa del comedor, sacó un cuaderno y rápido dibujo una barra gigante de chocolate junto a su casa. Al instante sonó el timbre y corrió a abrir la puerta. Efectivamente, ahí estaba la gran barra de chocolate con una nota que decía: “para Pepe”. ¡Qué feliz se puso!

Esa misma noche, vio la película de King Kong y dibujó al gorila para ver qué pasaba. A la mañana siguiente, de camino a la escuela, el tráfico era muy pesado y vio que un gorila gigante estaba destrozando el edificio de su primo. Había carros de policía en cada calle y Pepe tuvo miedo. Al llegar a la escuela, su mejor amigo le contó que el gorila había entrado a su casa y que él estaba vivo de milagro. “¿Qué hice?”: pensó Pepe y ni siquiera sacó la pluma de la mochila.

Ese mismo día, al regresar a su casa, supuso que si rompía la pluma todo iba a regresar a la normalidad. De acuerdo a las noticias, el gorila gigante seguía destruyendo casas y edificios en la ciudad; así que rompió la pluma y, efectivamente, el gorila desapareció. Fue así que Pepe se sintió aliviado y aprendió que no necesitaba plumas mágicas para ser feliz.