Gabriela del Puerto Brito. ¿Tanto nadar para morir en la orilla?

Gabriela del Puerto Brito. (Veracruz, México, 1962). Ha dedicado su vida al cuidado y amor del hogar, siendo esposa, madre de tres hijas y abuela de tres nietos.

La creatividad y el espíritu aventurero la han llevado a explorar diversos hobbies y pasatiempos, destacando su pasión por el cajón y el baile flamenco. Durante seis años, formó parte del grupo «Cajón Five»: quinteto que compartió su música y energía con audiencias de todo tipo.

A los 62 años, Gaby ha decidido incursionar en el mundo de la literatura, asistida por la experiencia de Miguel Barroso Hernández, en el Taller de Escritura Creativa Miró. Compartir historias y experiencias con el mundo es la intención de esta mujer entusiasta que continúa sondeando sus talentos.

 

¿Tanto nadar para morir en la orilla?

Todos contuvieron el aliento, en la sala de espera del hospital, cuando Navegante y Marina entraron con la camilla donde un hermoso delfín sangraba por la herida en su costado. Lentina, Estela y Babas: se miraban, entre sí, pensando qué podía haberle pasado.

Navegante que era un barco y Marina su ancla, cuchicheaban nerviosos, angustiados por la agonía del pobre animal que había sido colocado en la cama de un cubículo del área de emergencias. Y Lentina que era conocida por ser una tortuga chismosa, no pudo evitar la pregunta:

—¿¡Qué le pasó a Delfi!?

Navegante explicó que andaba trajinando en el mar cuando accidentalmente, muy cerca de la playa, lo golpeó con su quilla. Marina agregó que intentó detener al barco, con todas sus fuerzas, pero no había podido evitar el incidente.

Cual diestra estrella de mar, Estela llevó sus cinco brazos a la boca. ¡No lo podía creer, Delfi era un excelente nadador! Babas se arrastraba nervioso y, rezando bajo su caracola, le pedía a Tritón que no fuera nada grave. Lentina, que además de chismosa era imprudente, exclamó:

—¿Cómo es posible que un barco y un ancla no puedan evitar golpear a un delfín?

Navegante y Marina se miraron avergonzados, pero en ese momento, desde el fondo del cubículo, todos escucharon la voz de Delfi:

—No fue culpa de ellos —dijo—. Yo andaba distraído.

Luego salió la doctora Coralia para informar que el paciente estaba fuera de peligro y, en unos días, estaría completamente recuperado y listo para volver al mar.