Víctor de Regil
Ya para nadie es un secreto que en Puebla se libra una guerra territorial entre grupos de la delincuencia organizada. El estado ha pasado a convertirse en zona de lucha por un mercado que no sólo tiene que ver con el trasiego y consumo de drogas.
Lamentablemente, delitos como el de huachicol y huachigas, secuestro, extorsión y robo de autotransporte continúan y alimentan las finanzas de las organizaciones criminales, mismas que funcionan a la manera de franquicias: reparten o fragmentan un pedazo de territorio, ponen al frente a un encargado y ese pedazo de territorio debe generar determinadas ganancias mensuales o quincenales; el incumplimiento en los acuerdos genera ejecuciones, ajustes de cuentas y violencia, mucha violencia.
Las imágenes ya se han vuelto hasta comunes en la zona metropolitana de Puebla, como lo es ver los cadáveres emplayados encontrados en las últimas semanas, el hallazgo en la zona de Los Fuertes, a pasos del recinto ferial; la localización de un cuerpo más bajo el puente de Xonacatepec, son sólo la expresión más visible de las múltiples batallas entre las diferentes bandas que se disputan sangrientamente mercado y dinero.
Pero esto no es nuevo, ya son varios años que Puebla dejó de ser solamente lugar de trasiego de drogas, en la que todo mundo hacía como que no pasaba nada.
Pero, lo preocupante, es que la evolución del crimen organizado, acompañado del deterioro de las instituciones, la colusión de éstas con las mafias y el rotundo fracaso de políticas tibias y absurdas, ha configurado un panorama muy oscuro para Puebla en materia de inseguridad.
Según un reciente informe de AC Consultores titulado “Presencia del Crimen Organizado en México”, muy citado en espacios de prensa, las organizaciones con mayor presencia en Puebla son el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Los Zetas, La Familia Michoacana y grupos criminales conformados por personas provenientes de Colombia y Venezuela. Estas organizaciones operan en al menos 13 municipios del estado, destacando la capital poblana, Tehuacán, Acatzingo, Los Reyes de Juárez, Tepeaca, Tecamachalco, Acajete, Quecholac y Palmar de Bravo.
El CJNG, liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, ha consolidado su presencia en Puebla, especialmente en la capital y en municipios clave como Tehuacán y Tecamachalco. AC Consultores indica que este grupo ha extendido su influencia a localidades estratégicas como Acatzingo, Los Reyes de Juárez, Tepeaca, Tecamachalco, Acajete, Quecholac y Palmar de Bravo. Por su parte, Los Zetas, una de las organizaciones criminales más violentas de México, también operan en varios de esos municipios.
Los Zetas tienen fuerte presencia en San Martín Texmelucan, San Pedro Cholula, Amozoc, Huejotzingo y San Salvador Huixcolotla, este último la puerta de entrada al denominado “Triángulo Rojo”, el mundialmente conocido epicentro del huachicol en la región. Está plenamente documentada la lucha territorial entre células del CJNG y La Familia Michoacana; el reguero de cadáveres en los municipios conurbados a Puebla capital es resultado de ello.
El Cártel Jalisco Nueva Generación tiene, además, su brazo operativo conocido como “La Barredora”. El CJNG es considerado uno de los grupos más violentos y poderosos en México. La pasada semana, a través de un video viral, este grupo se adjudicó el homicidio de los 5 sujetos abandonados, emplayados, dentro de una camioneta en la zona de Los Fuertes, a días del inicio de la Feria de Puebla 2025.
Recientemente se desactivó a una célula del Cártel de Sinaloa; comandada por “El Gangoso”, estaba asentada en Puebla, donde operaba laboratorios clandestinos para la fabricación de cristal, una metanfetamina muy tóxica y adictiva que, en ocasiones, puede estar mezclada con fentanilo para aumentar sus efectos. Tenían una bodega el Fraccionamiento Los Héroes.
Según autoridades estatales, estos grupos han estado activos en Puebla durante varios años y han generado constante violencia y delincuencia en la región.
Una región que paulatinamente, desde 2010, ha ido registrando un crecimiento general en sus problemas generales de inseguridad.
La inseguridad es la principal preocupación de la ciudadanía poblana, con un aumento sostenido de la incidencia delictiva en la entidad. En 2022, se calculó en 32,656 delitos por cada 100,000 habitantes, colocando a Puebla en el quinto lugar a nivel nacional.
Aumento en la proporción de homicidios cometidos con arma de fuego, así como un aumento en el número de masacres, ejecuciones y otras atrocidades como la localización de fosas clandestinas o feminicidios con crueldad extrema.
El robo a transeúnte en vía pública ocupa el tercer lugar con el 20% de los casos reportados, mientras que los robos a negocios tuvieron el 14.9% de casos reportados y el robo de autopartes también es significativo.