Guillermo Valdivieso Zucolotto. Ingeniero Civil. Trabajó 33 años en la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde. Ha tomado cursos/talleres de pintura, canto y guitarra. Actualmente, libera su capacidad creativa en el taller de Técnicas Narrativas Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández.
CONEXIÓN CERO
La noche del 8 de junio de 2012, los habitantes del pequeño pueblo en la costa, de aquel país desconocido, iban a ver un fenómeno astrológico que solo sucede cada 115 años. Apreciarían a la «Majestuosa Estrella» en su máximo esplendor.
Allí vivía Juanito —como le conocían—, un niño feliz y muy inteligente. Sus grandes ojos negros irradiaban una lucecita muy clara, donde apoyaba su cálida sonrisa. Todos lo querían mucho porque, además, «adivinaba» cosas. El muchacho soñaba convertirse en médico y explorar el mundo de la telepatía.
Ese día, muy temprano, escuchó en sus oídos el tintineo al que ya estaba acostumbrado. Era una clara señal que disparaba en su interior y de forma automática la voz que solo él podía oír:
—Tómate una fotografía con Link, frente a la «Majestuosa Estrella». Luego colócala dentro de una «cápsula del tiempo» y guárdala en la oficina del Presidente Municipal hasta dentro de 115 años.
Así lo hizo Juanito. Se subió a una duna de arena, sosteniendo a su mascota Link y dejó que el fotógrafo del pueblo inmortalizara la imagen con el astro al fondo. Luego le pidió al alcalde que guardara la cápsula que contenía uno de sus más grandes secretos. La sellaron y colocaron una nota para que ningún curioso se viera tentado a abrirla:
«Esta cápsula será abierta el 9 de junio de 2127».
Adivinando destinos, la vida de Juanito se hacía cada vez más interesante. A los 22 años se convirtió en doctor y comenzó a trabajar en un hospital, pero su meta, ahora, era fundar una clínica médica especializada en telepatía.
En vísperas de la Navidad, 10 años después de haberse recibido en la facultad de medicina, oyó el acostumbrado tintineo. Estaba frente a un estanquillo de Lotería Nacional y la voz le indicó que adquiriera la serie del número 24635 para esa noche. Al día siguiente era un feliz ganador y pudo construir su nuevo sueño.
El doctor Juan —que así lo comenzaron a llamar por el prestigio alcanzado— logró establecer, con las personas que acudían a la clínica, inconcebibles niveles de comunicación telepática. Su hijo y su nieto, ambos doctores, trabajaban junto a él. Pero a los 80 años, enfermó de gravedad y justo unos días antes de su fallecimiento nació su bisnieto Pablo. Por suerte, tuvo tiempo de modificar el testamento:
“A mi bisnieto Pablo le heredo todos mis conocimientos”.
El Lic. Buenrostro quedó perplejo, pero agregó la cláusula porque así lo disponía el doctor. Ese día Juan pidió conocer a Pablito y se lo llevaron. Con las pocas fuerzas que le quedaban acercó al bebé a unos 30 cm. de sus ojos. Quedaron viéndose mutuamente y —según cuentan los presentes— un hilo de energía fue visible entre las pupilas de ambos. Instantes después, el doctor murió.
Pablo amaba escuchar las historias que se contaban de su bisabuelo y su don de «adivinar» lo que a futuro pudiera ocurrir. Pedía que se las repitieran, una y otra vez. Así que, siguiendo la tradición, se hizo médico y entró con ideas innovadoras a la clínica de la familia. Allí conoció a Rebeca, una colega que, al parecer, tenía ciertos celos profesionales porque él siempre acertaba buscando el paralelismo afín, en la mente de las personas. Como tenía grandes poderes telepáticos, él siempre supo que lo que Rebeca sentía era amor y terminaron casándose.
Siendo muy joven, una noche, al tratar de conciliar el sueño, había sentido la mirada de su bisabuelo y pudo hacer contacto con él. Desde entonces, hacía conexiones frecuentes y con anticipación. Se dedicó a investigar, con hechos y fechas, lo que se contaba de su predecesor. “La telepatía, a través del tiempo, era posible”: estaba seguro y necesitaba probarlo.
Se acercaba el 8 de junio de 2127 y la «Majestuosa Estrella» se mostraría nuevamente. El día antes, al comunicarse con su bisabuelo quedó confundido…
—Mañana en la noche, debes tomarte una fotografía con tu mascota Lien y la estrella al fondo. Luego busca la “cápsula del tiempo” que guardé en la comisaría y lograrás demostrar la conexión telepática a través de los años.
¿La famosa cápsula del tiempo, existía? ¡En efecto! ¡No se trataba de una leyenda!
Pablo citó a la prensa nacional e internacional para mostrar la evidencia de que la telepatía, a través del tiempo, era una realidad. El 9 de junio, en uno de los salones del museo del pueblo, se reunieron políticos, investigadores, periodistas y curiosos. Los asistentes se cuestionaban, en silencio, cómo iba a demostrar sus creencias. En una pantalla se proyectaba la fotografía que Pablo se había tomado, la noche anterior, con Lien, su mascota Yorkie. Al fondo de la imagen, observaban la majestuosidad de la estrella.
El momento llegó y Pablo reveló la «cápsula del tiempo», aun con el sello y la firma que el presidente municipal estampara en el 2012. Al abrirla sacó la fotografía que se tomara Juanito —siguiendo los consejos de la voz tintineante— y pidió que la proyectaran al lado de la suya.
Junto a la foto del doctor Pablo, como si se tratara de un espejo, todos vieron a Juanito, con su mascota Link y, de fondo, la «Majestuosa Estrella». Pero lo que nadie imaginó, ni siquiera Pablo, fue lo que descubrieron escrito en el reverso de la fotografía cuando los expertos pidieron verla de cerca:
“Aquí estoy con Link y al fondo la «Estrella Majestuosa». Tal cual lo has soñado, servirá como evidencia documentada y contundente en la comprobación de que la telepatía, a través del tiempo, es posible…
Te quiere, tu bisabuelo Juan».