David Orozco de Gortari. El Viaje

David Orozco de Gortari. Nacido en la Ciudad de México, hizo sus estudios de licenciatura en la Universidad La Salle y obtuvo el título de Ingeniero Mecánico Electricista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre otras actividades extracurriculares, tomó un curso de metales en la Escuela de Artesanías del INBA.

Profesionalmente se desarrolló en la rama industrial. Participó, entre otros, en el programa OEA-92, para el fomento económico de comunidades indígenas en la Meseta Purépecha, en Michoacán. Participó en el Programa de Formación de Operadores de Maquinaria Agrícola para la preparación de tierras de cultivo y también en el Programa para el Rescate del Patrimonio Cultural y Artístico de los Ferrocarriles Nacionales (antes de su venta).

Actualmente explora el mundo de la literatura como vehículo para expresar inquietudes o reflexionar sobre la vida. Bajo la tutela del maestro Miguel Barroso Hernández, en el Taller de Escritura Creativa Miró; adquiere las herramientas necesarias para narrar sus propias historias.

 

El Viaje

 

No llegaría a tiempo y el corazón latía en su jaula al ritmo de la angustia. Salí con dos horas de anticipación, previniendo el tráfico entre mi casa y el aeropuerto. Pagué al taxista y corrí a la fila que se me hizo eterna. Ya en la ventanilla, una chica autómata revisó documentos y equipaje:

—Su vuelo está retrasado —dijo, sin ni siquiera parpadear y la ansiedad volvió a morderme. “No voy a llegar. No voy a llegar”: repetía una y otra vez.

¡Finalmente, abordamos! Mi asiento quedó junto a una ventanilla y eso me relajó por algunos instantes.

—¡Necesito aire fresco!

—Saque la cabeza por la ventana —gritó el cochero.

La nube de polvo que levantaban las patas de los caballos, me hizo cerrarla de inmediato. ¡Solo pensaba en llegar a tiempo a mi cita!

¿Cómo iba a llegar si el piloto estaba anunciando que debían revisar un desperfecto en el tren de aterrizaje? ¡Regresó la tensión! Y ni siquiera era miedo al accidente o a morir. ¡Estaba preocupado!

¡Estoy preocupada! ¡Quizás, nerviosa! ¿Acaso un empresario, como él, va a tomarme en serio?

¿En serio? Con todo y la demora, ahora resulta que la salida solo es por la puerta de atrás, que llegamos a posición remota y el equipaje tardará unos 20 minutos en llegar a la banda de recogida. ¡Voy a explotar! Pero como el verdadero amor es perfectamente paciente, Elisa —que seguro también llegó tarde por culpa del cochero— me estará esperando.

“¿Acaso se arrepintió?”: estaba pensando cuando lo vi cruzar la puerta de salida.