Victor de Regil
Son muchos analistas, así como integrantes del partido oficialista, que ya ven una sucesión adelantada para cuando termine el gobierno de Alejandro Armenta. ¿se están adelantando? Para muchos la respuesta es: sí; para otros, hay quienes consideran que la sucesión inicia desde el primer momento en que el nuevo gobernador inicia sus funciones.
Este sexenio que está iniciando no podía ser la excepción y ya hay voces que hablan de que la sucesión del gobernador Alejandro Armenta ya está en marcha. Pero, también es cierto, que el gobernador ha pedido a su equipo, el más cercano, ser cautelosos en estos temas. Fue antes, mucho antes de arrancar su sexenio, que, en una reunión de trabajo con sus más cercanos colaboradores, el hoy mandatario dejó bastante claro que con él, el que se mueve sin su permiso, sin su aval, sin su autorización, no saldrá en la foto.
Incluso, en el entorno de Alejandro Armenta se ha tomado como una verdadera falta de respeto y un grave error de principiantes, las recientes expresiones de quienes ya perfilan a un potencial “candidato”.
Ciertamente hay muchos que ya han empezado a futurear y a imaginarse como el sucesor o la sucesora. Pero ya están detectados y detectadas, y no tardan en leerles la cartilla, por si no acaban de entender las señales.
Muchos prendieron las “alertas” en el evento multitudinario de Navidad en el Centro Expositor, en donde el representante de Armenta fue José Luis Parra, mejor conocido como “El Choco”. Para nadie es un secreto que es el hombre más cercano al gobernador, y muchos ven en él al posible sucesor. Nada más alejado de la realidad, aunque sus aspiraciones sean legítimas, ciertamente no son los tiempos.
Si el propio Armenta se ha descartado para la Presidencia de México, señalando más de una vez que su único interés al final de su gobierno será irse con su familia a su rancho, por qué habría de permitir que alguno de sus subordinados, por más cercano que sea, se mueva en sus narices, a la luz del día, sin su visto bueno.
Los tiempos los indicará, en su momento, el propio gobernador. Hoy, no hay “delfines” ni herederos por anticipado. Y pobre de aquel o aquella que no lo asimile, pues seguramente vivirá las consecuencias. Por extraño que parezca, hay más efervescencia y nerviosismo afuera que adentro. El tema, de hecho, está en columnas políticas, en cafés, en reuniones de “grilla” y hasta en redes sociales. Pero no en el epicentro del gobierno del estado, donde las ocupaciones y las preocupaciones hoy son de otra índole.
Al menos en el grupo de poder, se sabe, nadie está pensando en el 2030. Hay tanto que hacer en el 2025, sobre todo en materia de seguridad pública, que hasta podría considerarse un crimen, que alguien esté buscando hacer acopio o sacar provecho de un capital político que solo pertenece a uno: Alejandro Armenta.
Por eso, que nadie se emocione, y que nadie se confunda. El ritmo y los modos pero sobre todo los tiempos de una sucesión que queda lejos, solo los impondrá quien debe imponerlos en el momento que tenga que ser..
Ciertamente, no está mal que se tengan sueños, pero la realidad es que definitivamente este no es el momento. De verdad se necesita ser muy tonto o muy tonta para empezar a pensar en la sucesión.
Como dice aquel tango de Gardel: En Puebla, en el armentismo, por el momento, “el músculo duerme, la ambición descansa”.