David Orozco de Gortari. Nacido en la Ciudad de México, hizo sus estudios de licenciatura en la Universidad La Salle y obtuvo el título de Ingeniero Mecánico Electricista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre otras actividades extracurriculares, tomó un curso de metales en la Escuela de Artesanías del INBA.
Profesionalmente se desarrolló en la rama industrial. Participó, entre otros, en el programa OEA-92, para el fomento económico de comunidades indígenas en la Meseta Purépecha, en Michoacán. Participó en el Programa de Formación de Operadores de Maquinaria Agrícola para la preparación de tierras de cultivo y también en el Programa para el Rescate del Patrimonio Cultural y Artístico de los Ferrocarriles Nacionales (antes de su venta).
Actualmente explora el mundo de la literatura como vehículo para expresar inquietudes o reflexionar sobre la vida. Bajo la tutela del maestro Miguel Barroso Hernández, en el Taller de Escritura Creativa Miró; adquiere las herramientas necesarias para narrar sus propias historias.
Todos los túneles tienen final
Otra vez frente al mundo que guarda, discreto, el trayecto al conocimiento, en las profundidades de mi propio ser. ¿Cuál es el camino de la verdad? ¡Sigue! ¡Debo seguir y conseguirlo! ¿Por qué negarme la luz?
Recuerdo lejana la satisfacción al encontrar, sin obstáculos, esa brecha que me acercaba a la meta. ¡Cómo han pasado los años!: ¿Quién cantaba esa canción? ¡El túnel! ¡Siempre hay un túnel oscuro! ¿Por qué ahora no puedo ver la luz?
¡Puedes! ¡Tú puedes! ¡Tienes que seguir adelante! Ni detenerme, ni desviarme… ¡Recupera la fuerza gastada, respira hondo y continúa!
¡Puedo! ¡Sí puedo! Nunca tuve miedo de enfrentar riesgos o abrirme paso desbrozando la maleza. Nuevos parajes, nuevos retos: ¡allá voy!
¡Estoy cansado y tengo sed! El sol es abrazador y el viento está en mi contra. Avanzo lento, pero avanzar me estimula. ¡No te detengas!: ya habrá tiempo de un sorbo de agua.
No importa lo que pase y lo que digan los demás. ¡Incrédulos! Todos son unos incrédulos…
Debo llegar, porque solo los cobardes se rinden. Saber que no voy a flaquear, me reconforta. ¡Falta menos!
Voy a llegar: ¡claro! Tengo sed, la boca seca y también tengo hambre. A lo lejos, finalmente, veo la luz.
—Es la salida del túnel… —murmura y sonríe.
¡Ya voy a llegar!