Hilda Maza Ugalde. Por más de 20 años se desempeñó como Analista de Negocios y asistente ejecutiva en Oracle de México. Fue especialista en Ventas. Es aficionada a la danza folclórica (huapango) y miembro del Taller de Danza Árabe de la maestra brasileña Roberta Perraro. También es graduada y practicante del método Silva, en el área de Desarrollo Humano.
Actualmente, Hilda participa en el Taller de Arte y Escritura Creativa Miró, dirigido por el profesor Miguel Barroso Hernández, en Veracruz. Incursiona en el mundo de la pintura y la literatura, descubriendo sus talentos.
Ya no más
Escucho los latidos del corazón. Pronto se me abrirá el pecho y saldrá, a la fuga, como pájaro volando. Las nubes cubren el cielo de gris. Cierro los ojos y siento en mi rostro el frío húmedo del otoño que apenas inicia. Estoy inmóvil, al borde del precipicio, a ciento treinta y nueve metros de altura. Es el piso cuarenta y cuatro, en “El mirador” de la Torre Latinoamericana, en la Ciudad de México.
Aún percibo en los labios el sabor a hierro que dejó, tantas veces, la sangre de las heridas, causadas por los
golpes recibidos. Puedo oler, de igual manera, el miedo que sudan mis poros y me abrazo. ¡Han sido muchos años de maltrato, humillaciones y desesperanza! La relación tóxica, con mi marido, termina hoy. ¡Estoy cansada! ¡No hay otra salida!
Subo por la malla de seguridad, burlando la vigilancia de los guardias y… ¿Qué sucede?
Escucho la alerta sísmica y sonrío: ¡el universo lo facilita todo! Casi llego a la cima, pero con la fuerte sacudida del terremoto caigo al suelo.
—¡Respire, señorita! —escucho al recobrar el conocimiento.
El hombre que sostiene mi mano es idéntico al “albatros” de la novela turca que me gusta. ¡Estoy en el paraíso!: pienso y recibo la llamada, insistente, de una vecina:
“Mercedes, ¿dónde estás, hija? Tu marido murió aplastado…”: dice y no necesito escuchar nada más.