Merced Sarahí Jarquín Ortega. Nació en 1951, en la Sierra Sur oaxaqueña. Su línea de formación docente le permitió prestar servicios educativos durante cuarenta y años en todos los niveles de enseñanza del sistema Educativo Poblano. Investigadora, periodista y locutora certificada. Por su destacada actividad docente, la ponencia educativa SEP-SNTE Pedagogía 99 en el Encuentro por la unidad de educadores latino americanos, la Habana, Cuba, la conducción de programas educativos de radio y televisión en SICOM Puebla durante siete años, el Gobierno del Estado de Puebla le otorgó el Premio Docente Distinguida 2000. Desde 1976 inició su obra literaria en ensayos, cuentos, novelas, narraciones y poesía. Coautora de diversos libros, antologías y revistas. Un héroe extraviado y Un rayo de luna para la princesa de noche (Novelas, Editorial. BUAP), Todos los caminos son nuestros novela y Deliberada extravagancia poemario (Editorial Lirio.). Representante de México y del Círculo de Escritores Sabersinfin en foros nacionales e internacionales.
Devuélvanme a mi mar
¡Aquí estoy! He vagado entre sombras
con siluetas solitarias que alimentan la nostalgia;
y lloran aún en el silencio del extravío.
Barcelona que fue mi patria y meció mi cuna
no pudo consolar el llanto de mi cruel partida.
¡Aquí estoy! Vengo en el grito ofrecido;
a recuperar mi mar.
A recrear mi espíritu en los amaneceres
apacibles que disfruté en mi infancia,
y sonreír de nuevo en el ritmo festivo
de noches luminosas que me fue negado.
Olvidar que sembré en la orilla de mi mar
la esperanza de mis noches mudas,
y el dolor callado de mi fatal destino.
Olvidar que guardé en su arena, la inocencia
en juguetes que me dio mi abuela
y enterré con ellos el terror del estruendo
de las bombas que fatigó mi sueño.
¡Perdí todo!, ¡lo sé !, como no sé, si fue bueno o malo,
que se ganara o perdiera la guerra,
pero que al grito de ¡Viva la España católica!
dejaron en el infierno nuestras almas
y los cuerpos de mis padres.
En mis duermevelas, en ese primitivo anhelo
de pertenencia,
escuché su reventar de olas, su ir y venir
que se alejó de mis pupilas.
Muros conventuales sin ojos para mundo,
nutrieron de espanto nuestros sueños,
y el grito de ansiedad por un retorno iluso
cada día nos encontraba mudos.
Otra guerra tronchó la esperanza de volver,
para disfrutar del entusiasmo de la vida.
El terror conocido de otras bombas
en el embravecido océano,
hundió el anhelo de aquel Mexíque
que en su ronco aviso, lanzó a los cielos
la llegada agobiada de niños peregrinos.
Los barcos del puerto de esperanza
de la Veracruz bendita,
en su ronco acento acogió nuestra niñez desnuda.
Mi alma en extravío, quiere lavar en mi mar
el dolor de haber mirado en esta tierra,
mi casa y su paisaje mancillado,
y el miedo de partir a inacabable lejanía.
¡Estoy aquí! Vengo a reclamar a España,
la añoranza de los muertos, la sangre derramada,
sin saber de derrotas o victoria,
equivocada o cierta actitud de mis hermanos.
¡Estoy aquí, devuélvanme a mi mar!
Sufrió nuestra inocencia que vagó sin patria,
eternas noches sin horas,
y la angustia de un lejano consuelo
al llanto de infantil deseo.
¡Aquí estoy! Fui un niño de Morelia,
España y México fueron mi patria.
A España, dejé mi casa y mi fortuna,
a México, que consoló mi llanto y alentó mi anhelo
dejé mi sangre conquistada.
No llegué conquistador, fui conquistado.
Hoy regreso a recuperar mi identidad perdida.
Devuélvanme a mi mar, para sanar mi herida.
Para cantar con mis hermanos,
el canto de libertad que los mantiene vivos.
Para reconocer que, del dolor pasado,
brilla el faro de esperanza que ofrece al mundo,
la bonanza de anhelada bienvenida.
Devuélvanme a mi mar, que brilla de esplendor
y se nutre de alegría en madrugadas.
Será la dulce golosina, la fuente mágica
y besos que la muerte nos robó en la vida.
¡Devuélvanme a mi mar!