Sigue la crisis en el PAN poblano

Victor de Regil

La decadencia del PAN Puebla fue confirmada con el “destape” de Felipe Velázquez Gutiérrez como aspirante a la presidencia del Comité Directivo Estatal.

A Eduardo Rivera, el dueño de la franquicia a nivel local, se le cayó su pieza más importante, el ex alcalde Adán Domínguez artífice del hoyo financiero en el ayuntamiento capitalino, y no le quedó otra que escarbar en el panismo poblano para encontrarle relevo.

Burócrata de dudosa capacidad, siempre a las órdenes de El Yunque, sin gracia ni iniciativa propias, Felipe Velázquez llega como bateador emergente.

Y seguramente, a finales de año, será impuesto como sucesor de Augusta Valentina Díaz, mediante un Consejo Estatal controlado a base de billetazos por el ex edil y ex candidato a gobernador, que siempre temió ir a una elección abierta a la militancia.

Felipe Velázquez le garantiza seguir mandando en el partido y manejando a su antojo tanto candidaturas plurinominales como prerrogativas.

También le asegura ser la oposición cómoda, incolora y obsequiosa que Eduardo Rivera necesita de cara al próximo gobernador, Alejandro Armenta, para negociar impunidad. Una impunidad que pasa por la aprobación, por parte del Congreso del estado, de sus cuentas públicas y por el hecho de que sea otro, no él, nunca él, quien pague los platos rotos del conocido desfalco en el Palacio Municipal.

Felipe Velázquez jura que no es cuota de Rivera Pérez, que quiere dirigir al PAN por su “trayectoria”.

Si hay alguien que pide permiso a Eduardo Rivera es él, quien fungió como secretario de Gestión y Desarrollo Urbano en el gobierno municipal que aquel encabezó. Es hermano de Guillermo, el corrupto ex alcalde de Atlixco que abandonó al PAN para sumarse a Ignacio Mier en los días que este peleaba por la candidatura de Morena al gobierno del estado. Y esposo de Pilar Vargas Morán, quien como secretaria de Promoción Política de la Mujer del CDE convalidó la desastrosa gestión política, electoral y financiera de Augusta Valentina Díaz de Rivera.

La primera vez que Eduardo Rivera fue alcalde de Puebla, Felipe Velázquez fungió como secretario de Obras Públicas. Pero resultó un desastre.

Su subalterno era Édgar Vélez Tirado, un millón de veces más eficiente y trabajador que aquel.

Por eso, en 2021, Édgar Vélez fue nombrado secretario de Obras Públicas en lugar de Felipe Velázquez, ya en el segundo mandato de Eduardo Rivera.

Eduardo Rivera congeló a Felipe Velázquez y solo lo colocó como asesor de cosas sin importancia.

A la renuncia de Michel Chaín, Eduardo Rivera no tuvo otra opción que sacarlo del cajón y habilitarlo como secretario de Gestión y Desarrollo Urbano, donde también realizó un papel gris.

Esa secretaría es una dependencia que se encarga, entre otras cosas, de otorgar permisos de funcionamiento a los diferentes establecimientos de Puebla capital, fuente inagotable de corrupción -aunque esa es otra historia-.

Felipe Velázquez será dirigente del PAN Puebla por descarte y porque así lo quiere Eduardo Rivera, quien se quedó sin fichas: Augusta Valentina Díaz, Marcos Castro, Adán Domínguez. Todos se fueron quedando en la orilla, por varias y diferentes razones.

Mientras tanto, el ex alcalde de San Andrés Cholula y aspirante a la dirigencia estatal del PAN, Edmundo Tlatlehui, ha dirigido una carta al presidente nacional panista, Marko Cortés, para exigir que ante la parcialidad con que Augusta Valentina Díaz ha conducido el proceso interno, el CEN azul lo atraiga. No ocurrirá, pero la petición queda como constancia adicional del cochinero panista en el estado.

Por su parte, el viejo pastor de varios de los hoy dueños de la franquicia en el estado, Francisco Fraile, renunció el pasado 4 de julio al partido, tras una militancia de 50 años, pero no renunció a seguir cobrando del partido. Pese a que abandonó su militancia, Fraile García se mantuvo en la nómina del partido blanquiazul.

Según los registros, hasta septiembre de este año cobró poco más de 22 mil pesos netos, como subdirector.