El desastre que han encontrado casi todos los nuevos presidentes municipales de los 217 municipios en Puebla, en el tema de las finanzas, es escandaloso y monumental. Deudas, arcas vacías, caos administrativo, saqueo de oficinas, obras inconclusas, conflictos con la planta laboral, cuerpos policiacos desmantelados o en contubernio con la delincuencia, problemas con el agua, la basura, la iluminación, los servicios públicos en general.
Y esta realidad no sólo en la ciudad de Puebla el anterior gobierno dejó un tiradero, también en diversos municipios del interior del estado, la herencia de los ex alcaldes es una herencia maldita. Hay ayuntamientos que, a semana y días de hacerse establecido, sencillamente no han logrado arrancar.
Y es que entre las denuncias, las quejas, las acusaciones de los nuevos ediles no dejan de llegar tanto a la Secretaría de Gobernación como al Congreso del estado. Incluso a la oficina del gobernador electo, Alejandro Armenta. Porque la problemática no es exclusiva de autoridades emanadas de un solo partido, para robar al erario no hay distinción de colores.
Alcaldes del PAN, del PRI, de Morena, del PSI, del PVEM, de Movimiento Ciudadano, del PRD, se despacharon con la cuchara grande. No hicieron absolutamente nada por sus pueblos, pero eso sí: se fueron con camionetas machuchonas y los bolsillos llenos de billetes.
Muchos estrenaron casas, mandaron a sus hijos a estudiar al extranjero y se volvieron nuevos ricos.
La historia de cada tres años se repitió, casi sin variaciones.
De acuerdo con los reportes hechos llegar a la Segob y al Congreso del estado, hay escenario catastrófico en municipios como Cuautinchan, Tepatlaxco, Atzizintla, Tehuacán y Tecamachalco.
En este último, que estuvo en manos de Ignacio Mier junior, hoy diputado federal por obra y magia de su papá, los adeudos a proveedores “son millonarios”, reza la información.
Misma situación se vive en Palmar de Bravo y Tianguismanalco. En San Nicolás de los Ranchos, el alcalde saliente, Andrés Gumaro Popoca, no quiso hacer el cambio de gobierno. Argumentó un adeudo de un mes de salario a la corporación de seguridad pública y cerró el Palacio Municipal con candados.
Finalmente el 17 de octubre se realizó la firma de entrega-recepción, pero sin que estuvieran presentes el edil entrante y el edil saliente.
En Zapotitlán Salinas, el ex edil, antes de irse, decidió entregar patrullas y armamento a Seguridad Pública estatal, no a su sucesor, como procedía. La población se quedó sin vigilancia por varios días; apenas la situación se está normalizando.
En Chapulco, el nuevo presidente municipal montó en cólera porque su antecesor no le dejó la pipa de agua del ayuntamiento. También porque le heredaron las patrullas en mal estado y deudas con la CFE tanto en la cabecera como en la población de Puente Colorado.
En Calpan el anterior gobierno no dejó un solo peso; se llevó todo equipo y mobiliario, solo dejó las computadoras del Registro Civil. El nuevo edil va a presentar una denuncia ante la ASE, la FGE y el Congreso.
En Xoxtla, al alcalde entrante le reportaron que le dejaban 35 mil pesos en la Tesorería. Pero al revisar, descubrió que no había un solo peso. “Cepillaron todo” y se fueron.
En Tlaltenango, por su parte, el nuevo ayuntamiento dio a conocer que de un día para el otro “desapareció” el cuerpo policiaco del lugar. Ni un solo uniformado le heredaron. Solo recibió deudas, deudas y más deudas.
En Domingo Arenas sí dejaron patrullas, pero todas descompuestas. Tuvo que intervenir el delegado de Gobernación para sentar al ex edil y comprometerlo a mandarlas a arreglar con su propio dinero.
Parece broma, trágicamente no lo es.
Idéntica o similar situación se repite de municipio a municipio. En el norte, en el sur, en el centro.
En ciudades grandes, medianas y chicas. Los hoyos financieros no son exclusivos de Puebla capital.