José Antonio López Sosa
De pronto los discursos triunfalistas de la cuarta transformación callaron, aquellos dichos con relación a que la corrupción terminaría, el que «somos diferente» o, los señalamientos contra los gobiernos anteriores se silenciaron uno a uno.
Primero el presidente de la república, luego el canciller, el fiscal general, vaya, hasta Ricardo Monreal en el senado han defendido por completo al general en retiro Salvador Cienfuegos, ex secretario de la defensa nacional en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Fue burda la forma como se negoció con el gobierno de los Estados Unidos, fue burdo también como desde Washington se aceptó sin réplica desestimar los cargos y dejar en libertad a Cienfuegos y, fue una burla la investigación que se hizo desde la Fiscalía General de la República.
Ahora la cuarta transformación acusa al gobierno de los Estados Unidos de fabricar delitos contra Cienfuegos, ahora el ex secretario es el bueno y el departamento de justicia de la Unión Americana los malos. Ahora todo aquello que vociferó López Obrador con relación a investigar a fondo a quienes hubieren delinquido queda como palabrerías al aire, como el discurso envalentonado de un candidato en la plaza pública, contrastando con el del presidente pequeñito defendiendo a las fuerzas armadas por sobre todas las cosas.
Resulta que hasta disculpas le deben al general Cienfuegos.
Esto es un chiste, ¿con qué cara nos piden a partir de esto que creamos en la Fiscalía General de la República?, ¿en la Secretaría de Relaciones Exteriores?, incluso en la propia justicia estadounidense. Todo es un espectáculo bizarro.
¿Quién será el más afectado?, sin lugar a dudas el canciller Marcelo Ebrard, cuyas aspiraciones presidenciales son evidentes. Este caso le perseguirá cuando pretenda emitir un discurso de legalidad y justicia en la plaza pública, este caso no podrá quitárselo de su trayectoria política y causará revuelo allá en las cercanías del año 2024.
Quizás por ahora quede ahí, en el anecdotario de las cosas bizarras de la justicia mexicana, en el bestiario de la cuarta transformación, pero regresará justo en los albores de la elección federal presidencial.