¿Cómo están las cosas en el PAN poblano?

 

El PAN poblano se ha convertido en un verdadero desastre. Y es que de un día para el otro cambiaron todos los escenarios en la puja por la dirigencia estatal del PAN y quienes ayer se veían con menos posibilidades, ahora se fortalecen y sus bonos aumentan a consecuencia de los errores de sus rivales.

Como casi todo en la vida, un día estás arriba, al otro abajo; realmente nadie está muerto, ni hay triunfos ni derrotas para siempre.

Lo que es una realidad es que la crisis política, financiera y de credibilidad por la que atraviesa el ayuntamiento de Puebla, más el debilitamiento del grupo hegemónico en Acción Nacional, que fue acentuado desde la debacle electoral del pasado 2 de junio, ha modificado las reglas del juego, así como el tablero del mismo.

Entre otras consecuencias del escandaloso hoyo financiero que el gobierno municipal heredará a la siguiente administración, destaca una: el ex alcalde y ex candidato a gobernador Eduardo Rivera se ha quedado sin fichas para intentar mantener el control de la franquicia azul en la entidad, la más importante de la oposición.

Una a una, por diversas razones, han ido cayendo, o se han ido debilitando, a raíz de un continuado proceso de descomposición, en el que han sido decisivos factores como la soberbia, la ineptitud y la terquedad.

Augusta Díaz de Rivera ya no logró reelegirse debido a su desastroso papel como lideresa estatal, el peor que se recuerde en una dirigencia formal del partido.

Marcos Castro, mejor conocido como el “diputado del amor”, quien se había perfilado como una opción emergente ante la caída de Díaz de Rivera, se cayó víctima de sus efusivas e inapropiadas muestras de cariño a personal de seguridad del Comité Directivo Estatal del PAN, lo que quedó registrado en un célebre video filtrado por sus enemigos.

Por su parte, Adán Domínguez, quien por descarte era visto como la carta más fuerte de Eduardo Rivera para quedarse al frente de Acción Nacional, ha tropezado con el más terrible final posible de una administración municipal capitalina y se ve muy complicado que logre recuperar el terreno perdido, pues a pesar de que salió por fin a fijar una postura institucional sobre la crisis financiera del ayuntamiento que encabeza, aún persisten muchas dudas y ya está pagando, y seguirá pagando, los costos políticos, tanto que no es exagerado afirmar que su candidatura a la dirigencia estatal del partido nació muerta.

Otros personajes, que el grupo empezó a manejar a la desesperada como posibilidades en los últimos días, como Felipe Velázquez Gutiérrez, Enrique “El Huevo” Guevara, la diputada local Celia Bonaga y hasta Francisco Mota, o no dan el ancho o son muy mal vistos por la militancia panista, por lo que son alternativas de enorme debilidad y riesgo.

El escenario evidentemente favorece a los rivales internos de Eduardo Rivera, en especial al ex diputado federal y ex candidato a presidente municipal de Puebla Mario Riestra Piña y al alcalde de San Andrés Cholula, Edmundo Tlatlehui, quienes pacientes, observan con atención cómo se agudiza el deterioro de la camarilla que manda y quiere seguir mandando en el PAN estatal, y cómo eventualmente crecen sus propias posibilidades, ya sea juntos o por separado.

 

El debilitamiento de Eduardo Rivera es inversamente proporcional al fortalecimiento de Riestra y Tlatlehui, los únicos y reales opositores internos al grupo dominante en el panismo poblano.

¿Y ahora con quién se la va a jugar el ex alcalde capitalino? Lo más probable es que consigo mismo; es decir, va a tener que cambiar de planes y optar por el plan original, es decir, que él mismo se convierta en el candidato a suceder a Augusta Díaz de Rivera, por más que forme parte de la planilla del próximo dirigente nacional, Jorge Romero, o por eso mismo.

Se ha quedado sin fichas y va a tener que anteponer el bien general por encima del bien personal, aunque tampoco es que tenga el panorama tan claro.

Y es que la crisis financiera en el ayuntamiento de Puebla también le traerá serias consecuencias  y buena parte de la militancia del PAN lo abomina, pues los llevó, como comandante en jefe, a la peor derrota electoral de los últimos tiempos y, como consecuencia, sumió al partido en la peor crisis política, económica y moral que se recuerde.