La Rendición del Estado

Gustavo Monterrubio Alfaro

El comandante de la Tercera Región Militar, Jesús Leana Ojeda, expuso que se desea que la tranquilidad regrese a Sinaloa lo más pronto posible, pero eso no depende de las fuerzas armadas, sino de los grupos antagónicos que generan violencia en la entidad. (La Jornada, 17/IX/24)
A lo sumo, afirma el mismo oficial, realiza acciones de disuasión con arrestos, decomisos de droga, armamento, pertrechos y bienes muebles e inmuebles.
Un día después Andrés y Claudia intentaron enmendarle la plana al oficial, ambos señalaron que la estrategia, sí existe, intenta evitar, en lo posible, el daño a ciudadanos inocentes, por eso evitan terciar en la confrontación con los grupos criminales en liza, esto es, dejarlos que se den con todo, que los costos materiales y humanos agotarán sus finanzas y las estructuras de los mismos; que mandarán los efectivos que sean pertinentes y permanecerán en la zona en llamas, el tiempo que sea necesario.
El factor que tal vez no contempla el gobierno es el costo económico, los desplazamientos, la parálisis social, el daño anímico y psicológico, educativo y el sentido de vulnerabilidad, para los ciudadanos inocentes que habitan las zonas en llamas.
Si este es el plan para contener la espiral de violencia que azota al país, pues ha fallado, porque las mafias criminales se han fortalecido y penetrado el tejido social, en obvia connivencia con los gobiernos de todos los partidos, en los tres niveles de gobierno.
Esta declaración es irresponsable y muy, muy peligrosa pues las fuerzas armadas admiten que el estado es incapaz de combatir a las organizaciones criminales, y por tanto, que ha renunciado a una de sus obligaciones primigenias y que lo sustancia: brindarnos seguridad, paz y tranquilidad en nuestros bienes, tránsito y persona.
Para empezar hay que demoler el mito de que el poder de fuego de las organizaciones criminales supera al de las fuerzas armadas. Nada más falso.
Las tres ramas del ejército disponen de tanques, tanquetas, carros blindados, artillería pesada, aviones y helicópteros de combate, buques de guerra, ignoro si también submarinos de uso bélico, lanchas artilladas, drones para fines militares, rifles de asalto, granadas, cohetería, ametralladoras de grueso calibre; las organizaciones criminales a lo sumo disponen de lanzacohetes, bazucas, ametralladoras calibre 50, camionetas con blindaje hechizo, llamadas monstruo, rifles de asalto, granadas, drones comerciales que adaptan para uso bélico, y creo que es todo.
En cuanto al número de efectivos, es obvio que el aparato represivo del estado (Ejército, Marina, Fuerza Aérea, Guardia Nacional, policías estatales y municipales), supera con creces la nómina de las organizaciones criminales.
No obstante esta superioridad apabullante, el aparato represivo del estado admite que es incapaz de enfrentar, contener y eliminar a las mafias criminales, ¿cuál es la causa de semejante ineptitud e incapacidad? La respuesta es obvia: la extendida, profunda e inveterada corrupción que gangrena al aparato represivo del estado, a los tres niveles de gobierno y a los tres poderes, masivamente al poder judicial. El inmenso poder corruptor de las gangas es tan amplio que ningún segmento social escapa a ser atrapado por los múltiples tentáculos que abrazan a toda la sociedad.
¿Es posible erradicar o reducir a mínimos tolerables la espiral de violencia ? Sí es posible. El ejemplo irrefutable es Cherán, que ha logrado reducir los índices de criminalidad a casi cero; y no sólo expulsaron a los malos, como llaman a los criminales plebeyos, sino también limpiaron la cabecera municipal de criminales de alcurnia, cuello blanco, o sea, partidos políticos y políticos profesionales.
Ronda Comunitaria llaman a su modesto pero muy efectivo aparato de seguridad, que lo componen alrededor de sesenta hombres y mujeres; son miembros de la comunidad que juran defender al pueblo con su vida, de ser necesario, y lo cumplen. A esto hay que sumar la organización comunal, que es un sistema milenario heredado de generaciones que se pierden en el tiempo.
¿Es posible transpolar este sistema a cualquier lugar del país? Es posible que algunos aspectos sí, como la organización y la selección de los responsables del orden, allí donde existan ciudadanos con la mística, el compromiso, la identidad social y la honradez necesarios, porque incluso no ha sido fácil implantarlo en otras comunidades indígenas, por lo tanto, resulta algo más complicado insertarlo en zonas urbanas.
Hay otra forma de contener y reducir la imparable espiral de violencia que azota al país: negociar con los grupos criminales y trazar líneas rojas que sean inviolables y el que las rebase descargar sobre él todo el peso del estado.
Esta opción despierta airadas muestras de rechazo de hipócritas que no sólo negocian con delincuentes, sino los protegen.
Y finalmente, mientras Estados Unidos sea el principal beneficiario del comercio de estupefacientes y del tráfico de armas, esto es, el principal consumidor y lavador de dinero procedente de actividades criminales, ninguna estrategia, plan y recursos acabará con la violencia asociada a esas actividades ilícitas, en ningún lugar del mundo, ni en países que eran ejemplo de paz y armonía social.
En suma, mientras ellos ponen la diversión y los muertos por superabundancia de estimulantes, nosotros ponemos los muertos, secuestrados y desaparecidos por los líos entre criminales, entre éstos y las fuerzas gubernamentales, en virtud que la estrategia que aplican en todo el mundo las instituciones públicas encargadas de combatir las actividades ilícitas, consiste en proteger a unos y combatir a otros.
En este fuego cruzado indiscriminado, quedamos atrapados los ciudadanos que no tenemos vela en el entierro.