Nydia Vázquez Martínez. Un amor no correspondido

 

Nydia Vázquez Martínez. Licenciada en Mercadotecnia, empresaria, esposa y madre. Es CEO & founder de Stela Luxury Home. También se desempeña como directora de la Fundación Tito Popo (fundación que da refugio y apoyo emocional a adultos mayores).

Actualmente descubre nuevas habilidades, explorando el universo de la literatura, en el Taller de Escritura Creativa Miró, dirigido por el maestro Miguel Barroso Hernández. Recrear la ficción, apoyándonos en nuestras propias vivencias, es la esencia de la narrativa contemporánea y Nydia lo sabe.

 

Un amor no correspondido

 

Corrían los años 50 y Margarita, rompiendo con “el qué dirán”, iba en autobús rumbo a la Ciudad de México. Una señorita de la alta sociedad viajando sin compañía, no era bien visto; pero ella se fue sola: sola con sus pensamientos… “Ya habrán leído la carta —se decía—. Seguro me desprecian …”

Margarita y Pedro llevaban 6 meses viéndose a escondidas. Cada tarde, en las faldas de un cerro junto al pueblo de Dolores Hidalgo, sus encuentros se volvían más pasionales. El amor que sentían, el uno por el otro, cada vez era más fuerte. Y ambos sabían que se trataba de un amor prohibido: el hijo de don Chucho, capataz de la hacienda Las Margaritas, jamás sería aceptado como novio y mucho menos se convertiría en esposo de la heredera más deseable del territorio.

Entre besos, risas y sueños; planearon escapar juntos a la Ciudad de México. Ella estaba dispuesta a dejar las comodidades y romper con las buenas costumbres de la época. A Pedro lo invadían la duda y el miedo. “¿Cómo podré darle los lujos a los que está habituada?”: pensaba. “¿Y si el papá de Margarita manda a matar a mi padre?”

Finalmente, la cita quedó acordada para aquel viernes aciago. Se encontrarían en la central de autobuses, a las 5 de la mañana. Esa misma madrugada, ella escribió una carta a sus padres confesando el amor que sentía por Pedro y los planes que tenían. Llegada la hora, dejó la carta en el buró de su habitación, tomó la maleta y escapó por la ventana. Corrió lo suficiente para llegar a tiempo, miró a todos lados y decidió subir al transporte, creyendo que él llegaría en cualquier momento.

Cuando el chofer arrancó y el autobús comenzó a alejarse, lágrimas de frustración mojaron las mejillas de Margarita. Pedro no llegó y ya no pudo bajar. Sabía todo lo que implicaba regresar a casa. Con el corazón roto, emprendió el viaje a lo desconocido, a la ciudad grande, a construir su propio destino.